La Patria
besó su frente
concertando un promesa:
otorgarle la certeza de una vida permanente.
En su alma, llama ardiente
se fraguó un nuevo camino,
y como fiel peregrino
en busca de la verdad
enseñó a la humanidad
a transformar su destino.
Su verso fue un artesano
que dio forma a la esperanza
y depositó confianza
en el pecho del cubano.
No consideraba en vano
por la causa ver la muerte
ni quedó su gloria inerte
pues lleno de honor profundo
con los pobres de este mundo
él decidió ech
en siniestro laberinto
pensaba que aquel recinto
no tenía otra salida.
El Apóstol dio la vida
para un sendero seguro
construir, y entre el oscuro
dolor de la realidad
ofreció a la sociedad
la luz de un mejor
futuro.
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