“En
la persona de Mella asesinaron no sólo al enemigo del dictador cubano, sino al
enemigo de todas las dictaduras (…) pero hay muertos que hacen temblar a sus
asesinos (…) Honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta
lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo
recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando.”
Tina
Modotti
Las
calles mexicanas guardan en su interior huellas de pasos inquietos, serenos,
decisivos. ¡Cuántas historias estarán grabadas sobre sus cuerpos inertes!. Llega
el diez de enero y tal vez sin saberlo, miles de transeúntes recorrerán aquel
sitio donde en 1929 un crimen llenó de sangre inmortal el pavimento.
Era de noche y una pareja avanzaba tomada del
brazo, bajo el impulso de un amor lleno de ideales compartidos. Les resultó
imposible advertir, que entre las penumbras, acechaba inclemente el arma
asesina. Estallan los disparos. Él consigue atravesar la avenida, pero las
fuerzas comienzan a fallarle y cae desplomado sobre la acera…
Julio Antonio Mella fue ese alumno que conmovió
con su pluma reveladora y su oratoria vibrante a los jóvenes de su tiempo. Bajo
el impulso revolucionario de sus ideas surgió la Federación Estudiantil
Universitaria (FEU) y el 12 de enero de 1923, el Aula Magna presenciaba el
inicio del movimiento reformista, inspirado en los principios martianos. “Ojalá
sirva el gesto cívico de la juventud universitaria, como ejemplo, a los
adultos de hoy, y tras la regeneración de la Universidad venga la
de Cuba”.
La voz de Mella se alzó en el Primer Congreso
de estudiantes de la
Enseñanza Media y Superior, donde se consolidó su estirpe de
líder nacional, con la proyección de hacer realidad el lema: “Todo tiempo
futuro tiene que ser mejor.” Durante estos años vibraron de mano en mano los
ejemplares de la revista Alma Máter, dicha publicación fustigó la corrupción de
los profesores y dirigentes, aunó voluntades e instó a la formación de una
juventud culta, consciente.
Sus concepciones lo convirtieron muy pronto
en seguidor de los postulados comunistas, defendiendo junto a Carlos Baliño la
redención de la clase trabajadora y la emancipación social.
El 20
de mayo de 1925, el general Gerardo Machado asumió la
presidencia de la república neocolonial. Conocedor de la necesidad de disgregar
a los miembros del Partido Comunista y la FEU , ilegalizó ambas organizaciones y expulsó a
Mella de la universidad bajo cargos absurdos.
El
fulgor que irradiaba su figura constituía una amenaza para los propósitos
yanquis en la Isla. En
medio de este contexto Mella se ve obligado a marchar hacia el exilio en México
donde emprendió una amplia labor. Ocupa posiciones relevantes en los organismos
revolucionarios, participa en el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial
en Bruselas, donde expone el contundente informe “Cuba, factoría yanqui”.
No
se detiene en el oficio periodístico: colabora en los periódicos "Cuba
Libre", "El Libertador", "Tren Blindado", "El Machete”,
entre otros. A los 25 años posee un pensamiento que ha madurado y muestra una
sólida preparación teórica. Se había convertido en eje de la lucha continental.
Es
1929, las calles mexicanas contemplan la tristeza de Tina que sostiene el
cadáver de su compañero, y reconoce la certeza de sus predicciones: “no le
tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a
asesinar por la espalda”. Pero no llora, se mantiene firme aun en esos instantes
en que una campaña difamatoria se empeñó en exonerar a Machado y acusarla de
cometer un crimen pasional. Tenía la certeza de que la verdad se impondría.
Cuba hizo realidad los anhelos de Mella, multiplicados en los miles de
universitarios que sostienen el futuro de nuestra nación.
Por
eso hoy, al contemplar los brazos abiertos del Alma Máter, los recuerdos fluyen
sobre la escalinata y parece que el viento trae desde el pasado el eco de sus
últimas palabras: !Muero por la
Revolución !.
No hay comentarios:
Publicar un comentario