Vuelve
a mirar el reloj y supone que los minutos corren más aprisa. De nuevo
la parada semeja un mar de pueblo cuyas olas se agitan hacia un lado y
hacia otro, cuando un ómnibus hace su entrada y la capacidad es mínima.
Sin
embargo, no todas las esperanzas están perdidas. Frente a la multitud
está la mano extendida del inspector popular que hace señales al margen
de la vía en su intento de frenar la indolencia.
Constata
cómo se agita, anota en la planilla las chapas de quienes pasan veloces
sobre el asfalto sin voltear el rostro, o esboza una sonrisa de
satisfacción cuando un vehículo se detiene, el chofer le extiende la
mano y abre las puertas para que los viajeros puedan emprender el
trayecto…
TRAS LA SEÑAL DEL AMARILLO
Cada
año en la provincia de Matanzas más de dos millones de personas se
trasladan gracias a estos trabajadores conocidos aún como “amarillos”
por el color del vestuario que usaron durante años, aunque hace algún
tiempo fue sustituido por un uniforme donde priman el azul y blanco.
Suman
57 los puntos de embarque diseminados por todo el territorio, los
cuales reciben el apoyo de 90 inspectores populares, excepto los
municipios de Pedro Betancourt y Ciénaga de Zapata donde antes existían,
pero hoy la plaza no está cubierta.
Según
lo establecido, deben permanecer en su puesto desde las ocho hasta las
once de la mañana y desde la una hasta las cinco de la tarde. Juan
Carlos Álamo Cabezas, director de operaciones de la Empresa Provincial
de Transporte aclara que las cuotas exigidas a la población para viajar
por esta vía ascienden a 20 centavos dentro de la ciudad, un peso si el
viaje es intermunicipal y tres en caso de dirigirse hacia otra
provincia.
Matanzas,
Colón y Jovellanos devienen los puntos más complejos por la alta
demanda de transportación. En la urbe yumurina, por ejemplo, existen
“horarios pico”, entre ellos desde las ocho menos veinte a las ocho y
media de la mañana donde gran cantidad de estudiantes y trabajadores
procuran llegar a sus instituciones.
Los
inspectores populares basan su desempeño en la Resolución 435 emitida
en el 2002 por el Ministerio de Transporte. La misma aboga por una mayor
y mejor utilización de los medios estatales, pues establece que es
obligatorio recoger pasajeros por los autos y vehículos ligeros así como
por los ómnibus escolares y del transporte obrero, en los retornos u
otras ocasiones en que circulen vacíos.
No
obstante, ¿todos cumplen estas exigencias?, ¿en cuántos centros de
trabajo o empresas se exige y controla? Como estrategia para tomar
partido en el asunto, la Dirección Provincial de Transporte y el
gobierno recepcionan y analizan el listado de matrículas proporcionado
por los inspectores populares donde figuran quienes violan la
resolución. Sin embargo, una y otra vez se reiteran las indisciplinas.
POR EL PUEBLO, DETENERSE
– Buenos días, por favor baje del vehículo y deme sus documentos.
– Pero oficial, ¿qué sucede?
– Usted no se detuvo en la parada y el carro viene vacío, ¿qué explicación tiene?
Ante
el reclamo de Rodolfo Ulloa Morales, las justificaciones son diversas:
“Voy apurado porque mi jefe tiene una reunión urgente”, “No tengo gomas
de repuesto y por lo tanto no puedo cargar más peso”, o simplemente “ni
me percaté de la cantidad de personas que había, si yo soy el que más
paro en Cuba”. Lo cierto es que en menos de una hora, el equipo
periodístico de Girón fue testigo de cómo más de diez autos estatales
fueron detenidos y obligados a retornar a la parada del trece plantas
para ponerse a disposición de la población.
Umiliana
López Hernández, inspectora popular que tiene a su cargo dicho punto,
señala que cuando “los azules” están, todo es diferente. “El personal se
mueve con más rapidez y ello se revierte en satisfacción. Es
imprescindible frenar la inconciencia, llevo cinco años trabajando aquí y
soy testigo de cómo algunos paran a diario para recoger, mientras otros
dan la vuelta por detrás para no cruzar frente a mí o me hacen una seña
diciendo que llegan solo hasta la gasolinera y al final, siguen”.
Hace
cuatro meses aproximadamente 13 inspectores estatales del Consejo de la
Administración Provincial (CAP) tienen la misión de apoyar la
transportación alternativa de pasajeros. Antonio Enrique Pomares De
León, director de dicha unidad de inspección estatal explica que
emprendieron la misión a partir de un llamado de la Empresa Provincial
de Transporte y el gobierno.
“De
forma sorpresiva frecuentamos los diferentes puntos de embarque de la
provincia en diversos días de la semana. Queda mucho por hacer, pero se
aprecia un ligero cambio. Al ver que la policía está, la mayoría procura
hacer lo correcto, aunque siempre hay quien busca pretextos. Por eso
intercambiamos con los inspectores populares para que ganen en claridad
acerca de la importancia de hacer la seña de Pare”.
“En
la ciudad de Matanzas, las paradas más complejas son la del Trece
Plantas y La Catedral. Cuando interpelamos al chofer le retiramos sus
documentos y no se los entregamos hasta que regrese y recoja al
personal. Aún nos encontramos con la prepotencia de algunos que se
incomodan al ser requeridos, mientras otros, conscientes de que
carecemos de medios de transporte para perseguirlos, pasan a toda
velocidad para librarse de la corrección”, refiere Ulloa Morales.
Su
homólogo Omar Gonzáles Puente, argumenta que durante su estancia en los
puntos de embarque y tras dialogar con los inspectores populares
constata que algunos no paran por convicción, sino por la presencia de
los “azules”. Por ello, los días en que no estamos, todo vuelve a ser
como antes.
Al
dialogar con la población en distintos puntos de embarque, surgen los
criterios de Rolando Naranjo o Irma García Martínez, matanceros que
agradecen los beneficios de la transportación alternativa y condenan las
actitudes egoístas de aquellos que no contribuyen con ella.
Incrementar
la frecuencia de acciones y el número de equipos de inspectores
estatales, fomentar cada vez más el buen desempeño y permanencia de los
inspectores populares en los puntos de embarque así como completar las
reparaciones y señalización de estas paradas que se lleva a cabo
actualmente, son solo algunas medidas que no deben perderse de vista en
aras de otorgarle mayor seriedad y estabilidad a un servicio que tanto
puede atenuar las precariedades del transporte en Matanzas. Lejos de
actitudes paternalistas o indiferentes, las entidades estatales deben
ser requeridas cuando sus choferes transiten por el asfalto y dejen
detrás una estela de inconformidades al asumir como propio, el recurso
que debe estar a disposición de todos.
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