“Un
hombre apuesta su suerte
a cara o cruz y desnudo
retorna su acento mudo
sin ángel que lo despierte.
María de las Nieves Morales
gira
moneda,
la
Lanza
su cuerpo junto al metal
(nadie
predice el final
cuando el
destino conspira)
Lo invade
el sudor, respira.
La multitud se
divierte.
- Allea jacta est- advierte
de rodillas
a sí mismo:
al límite
del abismo
Un hombre apuesta su suerte
¿Será un instante?, tal vez,
o un siglo
de intermitencia.
Solo el polvo y la demencia
se agitan bajo sus pies.
¿Quién sabe
si habrá un después
sobre su
hombro menudo?
¿qué
importa?, su voz no pudo
apartarle del ocaso.
Se juega
el último paso
A cara o
cruz y desnudo.
En el viento la
moneda
exhala el próximo grito.
(el azar no es
infinito)
Gravita,
desciende,
rueda.
Junto a la
tierra se queda,
como un
trágico saludo,
anuncia que
existe un nudo
entre destino
y cadalso.
Desde la
altura, descalzo,
Retorna su acento mudo.
Con una cruz de ceniza
dice a la
memoria adiós
¿por qué
cuestionar a Dios
cuando el
recuerdo agoniza?
La sentencia se
desliza
sobre una balanza
inerte
el juego
nunca revierte
la regla de
los despojos.
Fracasa.
Cierra los ojos
Sin ángel que
lo despierte.
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