Si
tuviésemos que caracterizar la idiosincrasia del cubano, no faltarían
entre los calificativos alegre, solidario, amante de la música y el
baile, revolucionario…, pero sobre todo figuraría en la lista esa
capacidad de crear las soluciones más osadas para seguir adelante.
Desde
ventiladores caseros que alivian el calor gracias a la adaptación de
motores rusos o chinos, hasta “almendrones” con casi un siglo de uso que
siguen adelante, o fábricas cuyo funcionamiento parecía imposible sin
la adquisición de piezas y hoy, continúan produciendo gracias a la
ingeniosidad de sus trabajadores.
Por
doquier se han desarrollado industrias artesanales de implementos de
cocina, limpieza, prendas, y ¿quién no ha recorrido las calles citadinas
a ritmo de “Bicitaxi”?.
Como
en el Macondo de Gabriel García Márzquez, en cualquier pueblo es
posible encontrar innovadores que conservan como joyas las lavadoras
rusas o confeccionan con materiales alternativos algún rincón martiano o
una galería para que la historia perdure.
Si
bien es cierto que las carencias materiales laceran la Isla, jamás han
podido cercar nuestros sueños y ese afán de poner a prueba el intelecto
para que los niños sonrían en las escuelas, se promuevan los talentos
artísticos y se avance en la esfera de la investigación tecnológica.
Adaptado
a trocar lo aparentemente inservible en oro, el cubano puede hacer
surgir un juguete entre pomos plásticos vacíos, una obra de arte entre
restos de metales osimplemente, salvar la producción gracias a la
adaptación de algún engranaje.
Por eso, otro triunfo en las Naciones Unidas nos llena de júbilo, porque teneemos la certeza de que jamás nos robarán las esperanzas, #CubaesNuestra.
El bloqueo y sus medidas
perjuicio nos ha causado,
pero saldrá derrotado
en las Naciones Unidas.
Hoy lacera nuestras vidas
el peso de sus diseños
pero marchamos risueños,
porque a este heroico caimán
no han podido, ni podrán
arrebatarle los sueños.