“Me
levanto tempranito/para ver salir el sol/soy un lindo botoncito/y mi
casa es una flor/ saludo a la mariposa/con mi seño en el jardín/y juego
con muchas cosas/porque soy muy chiquitín”…
A medida que recorremos las calles de Limonar, las voces se tornan
más fuertes y, al fin, estamos frente a un coro diminuto que canta el
himno para recibir la mañana, mientras las notas danzan alegres entre el
asta de la bandera, los pasillos, hasta llenar cada sitio del Círculo
Infantil Botoncitos de la Patria.
Allí, más allá de pizarras y cuadernos, se levanta la realidad en
miniatura. Un mundo donde, de la mano de las educadoras, es posible
atrapar las primeras palabras o simplemente ser doctora, ama de casa,
constructor, carpintero…, sin renunciar a la inocencia.
ATRAPADOS EN EL CÍRCULO DEL AMOR
“Quiero mucho a mi seño, ella me enseña a decir gracias, a no hablar
con la boca llena y a comer todo el almuerzo para estar fuertes y que
nos crezca largo largo el pelo”, confiesa Ana Lía Castañeda Solís con
esa sinceridad que solo encierran los secretos de una niña.
Al igual que Vida Tirado García, Adrián Rodríguez Quintana y tantos
otros compañeros de aula se siente feliz al cursar el preescolar en un
centro donde la formación de hábitos y habilidades han ido moldeando sus
pensamientos desde los primeros pasos.
“Esta es una obra que tiene que nacer del corazón. De nosotros
depende lograr el máximo desarrollo integral posible en esta etapa para
su posterior ingreso a la escuela, así como preparar a las familias de
modo que den continuidad a la labor educativa en el hogar.
“Contamos con un total de 27 docentes que tienen la responsabilidad
de atender a 134 niños. Los grupos se ubican de acuerdo a las edades.
Por ejemplo, la infancia temprana comprende el segundo y tercer año de
vida, mientras que la edad preescolar abarca el cuarto quinto y sexto”,
explica Edismaris Bagés Marrero, directora de la institución.
Así, detrás de cada sonrisa, de cada frase completa que pronuncian
los infantes, de su imaginación que crece durante los juegos de roles,
los valores que surgen en medio del esparcimiento, se encuentra la
esencia de la conducción pedagógica.
“La confección de los medios didácticos que se utilizan para
complementar las acciones programadas dentro de la actividad
independiente se lleva a cabo con materiales desechables y lo realizan
las propias educadoras. Hacemos talleres de papel maché y decoramos los
objetos terminados. Así, surgen televisores, platos, piezas de
rompecabezas, y tantas otras figuras que conforman un universo hecho a
su tamaño.
“Se elaboran con el objetivo de que puedan realizar acciones lo más
cercana posibles a la vida cotidiana. A veces, mientras juego con ellos,
les digo que estoy enferma y de inmediato me atienden. Hay que verlos
manipular los objetos y relacionarse unos con otros como si fuesen un
equipo de profesionales”, afirma Bárbara Pérez Hernández subdirectora
docente.
EL ABRAZO DE LOS HIJOS
Cuando se acerque el mes de julio Estrella Milagros García Martell,
cumplirá 37 años como educadora de Círculos Infantiles. En más de tres
décadas de experiencia no olvida los rostros de tantos infantes que se
acercan hoy convertidos en ingenieros, arquitectos… para darle un abrazo
a quien les enseñó a sostener los cubiertos, cantar canciones…
“En una ocasión, uno de los niños que yo atendía se enfermó y cuentan
sus padres que cuando el doctor fue a visitarlo le dijo que tenía que
ponerse bien para regresar al círculo pronto y le preguntó – ¿Qué es la
seño para tí?-, y sin pensarlo dos veces el pequeñito respondió –Mi seño
es mi felicidad- imagínese, ese es uno de los recuerdos más lindos que
guardo de esta labor: el haberme dado tantos hijos”.
Mientras que Yaquelín González Pérez, educadora de segundo año de
vida, con 22 años de experiencia, considera un privilegio saberse
responsable del desempeño futuro de los infantes. “El nivel que prefiero
es la edad temprana, porque son los que más necesitan atención, afecto,
paciencia. Es vital el intercambio con la familia. En las actividades
grupales les explicamos las dificultades y logros de sus hijos. Siempre
busco interactuar con los padres, de manera tal que puedan decirme
incluso alguna palabra nueva que haya pronunciado el pequeño en la casa,
pues así podemos enfocar nuestro asesoramiento”.
UNA CASA PARA TODAS LAS GENERACIONES
Los alumnos del sexto año de vida del círculo conocen bien el nombre
de la educadora Yuliet Marrero Pérez. A pesar de su juventud, se destaca
por la fluidez, coherencia y esa capacidad de traducir en dedicación el
magisterio. Según la directora del centro, es egresada de la escuela
pedagógica René Fraga Moreno y, gracias al funcionamiento del círculo de
interés pedagógico existente en el municipio, desde noveno grado pudo
encauzar su vocación y optó por la carrera de educación preescolar.
Y es que el Círculo Infantil Botoncitos de la Patria es una casa
donde la convivencia intergeneracional deviene fuente de renovación y
aprendizaje.
“Tengo 23 años y desde los 16, tras graduarme del curso de educadoras
de nivel medio, comencé mi desempeño. La inspiración vino de mi madre
que era auxiliar pedagógica y lo disfrutaba mucho. Durante un tiempo
estuve separada de la institución porque perdí a mis padres y nació mi
hijo. Sin embargo, en cuanto pude, regresé. Uno siente cuánto te
retribuyen los infantes cuando llegan por la mañana y nos abrazan, o ese
día en que me dicen que Anthony Chinea, uno de mis niños de solo tres
añitos, no se quería quedar si yo no estaba”, asegura Isis Almeida
Ojito.
El 22 de diciembre la administración del centro se esmerará
para que el comedor tenga un brillo diferente. Muy pronto se abrirán las
puertas y un mar de miradas pícaras entrará lleno de felicitaciones en
un recinto donde no existe espacio para el llanto. Allí, donde esperan
por un beso quienes, como dijera Estrella, cambiaron sus nombres por un
calificativo cómplice de la ternura: “la seño”.
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