El
18 de abril de 2008 la Ciénaga
despertó con un sonido distinto. Aquella mañana, las manos se detuvieron para
sintonizar el dial en la frecuencia correcta y una melodía diferente se adentró
en los hogares. La señal corría de oído en oído, atravesando las calles,
desafiando la distancia y el silencio.
Era el vaticinio de nuevos tiempos. Muy pronto
su encanto atrajo los pasos de pobladores que entraron al mundo de los guiones,
las noticias, con el anhelo de transmitir su identidad.
Hoy, cuando uno llega a las calles de Buena
Ventura, Playa Larga… unido al murmullo del mar, la brisa trae consigo el eco
de esa voz que nació hace siete años para grabar en el éter la esencia del
pueblo cenaguero: La Voz de la Victoria.
SE INICIAN LAS TRANSMISIONES
Quien
visite la emisora, constata de inmediato el entusiasmo de un grupo unido,
atípico, donde los roles se multiplican y hacen que la rutina sea dinámica.
Desde las
diez de la mañana, hasta la una de la tarde, cada detalle se ajusta para crear
un puente radiofónico con los oyentes, donde sus llamadas son el impulso que
inspira la labor cotidiana.
La
programación de lunes a viernes incluye un noticiero en vivo de quince minutos,
capítulos de novelas proporcionada por Radio Cuba y a continuación una revista
variada de facilitación social.
Las propuestas
del fin de semana se enriquecen con la
revista Como en casa, dirigida a la
mujer y a la familia (sábado) y un programa dedicado a los niños (domingo).
“A partir
del balance que realizamos el año pasado, nos percatamos que ha habido gran
aceptación con los cambios que concebimos en diferentes secciones, los cuales
estuvieron respaldados por estudios previos, ya que los receptores, son la
principal fuente que nos nutre”, comenta Yaima Mireles, directora de la
institución.
Según
Mireles, se está conformando un proyecto para transmitir ocho horas debido a
las solicitudes, lo cual implicará la ampliación del local. Además, es preciso
solucionar los problemas del grupo electrógeno debido a que cuando se produce
una afectación eléctrica, la emisión se interrumpe.
La
directora explica que, a pesar de las dificultades, el pequeño colectivo laboral
resalta por su entrega y dedicación.
“Debido a
la cantidad de personal no tenemos plaza artística, pero ello no ha sido una
limitación. No hemos dejado de crear, todos realizamos diversas funciones pues somos
pocos, pero lo más importante es que lo hacemos porque nos gusta.”
EN EL CORAZÓN DE LA RADIO
“Yo
trabajaba en el Centro de Información, perteneciente a Educación, ubicado en el
poblado de Pálpite. Cuando me dicen que iban a fundar la emisora vi ese trabajo
muy distante de mí, me decía, ¿yo periodista? A mediados del mes de abril una compañera
me anima y visité el centro durante un intercambio con Susana, la entonces directora
provincial de la radio”.
“En julio
fue definitiva mi incorporación. Desde que llegué, me colocaron una grabadora
en la mano y me dijeron ¡arriba, a buscar la noticia! Mi mamá me compró un radiecito
digital y comencé a escuchar los materiales de otros colegas. Posteriormente
participé en un diplomado para los reorientados y viajé todos los jueves
durante un año desde la
Ciénaga, hasta Matanzas. Me sirvió de mucho, ejercía la
profesión aquí y aprendía allá”.
Así relata
Yamilka Nieves sus primeros pasos como reportera. Los pocos recursos, la
ausencia de un medio de transporte para acceder a los poblados más distantes,
no han podido opacar el espíritu entusiasta de esta mujer cautivada por el
periodismo.
“He vivido instantes conmovedores, como cuando
tuve que entrevistar a la madre de Dulce María Martín, la niña que asesinaron
en Girón y aquel día en que dialogué con Nemesia. Como ser humano me ha
sensibilizado mucho. Mi vida cambió desde que estoy en la emisora.
“Al
principio los oyentes se mantenían distantes, pero nos hemos dado cuenta de que
poco a poco nos convertimos en una de sus preferencias. Es un privilegio que el
municipio cuente con La voz de la Victoria, es por eso
que las instituciones deben valorarla y
aprovechar más las oportunidades que les brindamos”.
Junto a
Yamilka, Kenia Otaño llena el espacio de la redacción con ideas jóvenes y se
desdobla en la realización del noticiero y la locución, siempre con el afán de
trazar sueños futuros.
“Anhelamos
escribir más programas: de corte campesino, infantiles, pero como tenemos pocas
horas no podemos llegar al gusto de todos.
“Siempre me
atrajo el camino del arte y la radio fue el escenario para materializar ese anhelo,
es la razón que tengo todos los días para levantarme y venir a trabajar.”
A unos
pasos de este departamento, se encuentra el estudio donde se mezclan los temas
musicales, las cortinas que separan secciones… Allí, Osiel Morejón y Damaris
Rodríguez, realizadores de sonido, hacen realidad la magia de vincular al
locutor con los receptores.
“Entrar a la
emisora fue algo que no estaba en mis planes. Comencé a trabajar como recepcionista
y de vez en cuando entraba a la cabina para observar cómo se desenvolvían los
sonidistas. Después, casi a los dos años, empiezo a incursionar en el mundo del
sonido.
“Me fue
gustando el trabajo y comprendí que este es el corazón de la radio, sin el cual
es imposible que una emisión salga al aire”, explica Damaris, y busca en los
archivos el número musical que acaban de solicitar los oyentes, no sin antes afirmar
que su labor requiere concentración y responsabilidad.
“Un día
estábamos en vivo y se me bloqueó la máquina, en esos momentos no supe qué
hacer, quedé inmóvil, pero Julián un compañero que me estaba enseñando las
técnicas de la profesión, actuó de inmediato y abrió micrófonos a la locutora,
fue difícil, pero me enseñó a reaccionar rápido ante un inconveniente, pues es
necesario evitar que se interrumpa la transmisión”, asegura Rodríguez, mientras
indica a la locutora que debe continuar la revista.
Al ritmo de
la señal, Yoslavi Jiménez se acerca al micrófono y saluda a la audiencia cenaguera.
Su excelente dicción hace el programa más ameno y armoniza el contenido del
guión con esa capacidad de engarzar las ideas que denota espontaneidad.
“Inicié en el
medio cuando me vinculé a los círculos de interés que había en la emisora Radio
Victoria de Girón, en la década del 80. Después, fui al pedagógico a estudiar Licenciatura
en Español, pero siempre tuve el deseo de poder regresar.
“Cuatro
meses después de la inauguración de la emisora me proponen incorporarme. Ha
sido una experiencia maravillosa. Disfruto mucho conducir los programas, dialogar
con quienes nos escuchan. Al pueblo le encanta lo que hacemos y yo siento que
la radio es una parte inseparable de mi vida.”
DEL OTRO LADO
El
reloj indica que faltan unos segundos para las diez de la mañana y se sientan
juntos en la cocina. Encienden la antigua grabadora que Estéban trajo de Angola
desde 1986 y comienzan a escuchar las secciones de participación para encontrar
las respuestas correctas.
Ibelis
Reinaldo y su esposo, se han convertido en fieles seguidores de la emisora
cenaguera. Desde su hogar en Buena Ventura, siembran en los corazones vecinos
pasión por la radio.
“Preferimos
el Maratón del Saber, nos gusta
contestar las preguntas. Somos fieles colaboradores e incluso les hemos
proporcionado discos de música para que incrementen sus archivos”, afirma
Ibelis.
Por su
parte, Maura Arencibia vecina de la misma zona resalta “nos mantiene al tanto
de todo lo que sucede en la
Ciénaga. Se escucha mucho, uno pasa y la oye sintonizada.”
Mientras,
Alicia Méndez, pobladora de Pálpite, expresa que “el trato cordial de los
locutores hace que los programas sean atractivos. En mi familia siempre
disfrutamos de La Voz de la Victoria y hasta mi
hija de 12 años llama para solicitar sus canciones preferidas”.
En relación
con el impacto que se logra diariamente en el público meta, Damaris Rodríguez
resalta cómo el colectivo se ha ganado la aceptación.
“Una de las
experiencias bonitas que hemos tenido fue cuando un oyente de Manzanillo llamó
para felicitarnos con motivo de cumplirse otro aniversario del centro, pues cuando
estuvo de visita en el territorio escuchó nuestros programas y memorizó la
fecha en que celebramos la fundación del mismo. Fue inolvidable, hasta nos
dedicó un poema, me dio alegría, muchos sentimientos juntos, ahí es cuando te
das cuenta de la repercusión que tiene nuestro quehacer”.
Una de la
tarde. La emisión llega a su fin. Se apagan los micrófonos y el estudio de
grabación queda en penumbras. Mañana será otro día. Los colegas se despiden y
allí, al calor de los abrazos, Yamilka confiesa: “Una vez escuché que al que le
pique el bichito de la radio, nunca se podrá separar de ella. Cuando aquí
tenemos momentos difíciles y somos pocos, ese es nuestro lema: estamos probados,
el bichito nos picó”.
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