En la isla
paralela al sonido de tu voz, he visto el rostro de Dios sobre mi carne. La
vela de otro bote me revela una decisión tardía. Abandona esa osadía que hacia
los remos te lanza, no busques otra esperanza,
no me salves de este día.
Déjame aquí entre
la espuma grácil de la incertidumbre y el amanecer (sin cumbre ni
explicaciones). Me abruma toda brújula que exhuma quietudes. Oírte hablar es
riesgo…Intenta brillar el estertor de mi estrella, quédate con la botella rota:
yo prefiero el mar.
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