No
existe un panorama más fascinante para los sentidos que adentrarse en
un bosque y cerrar los ojos. En pocos minutos es posible percibir el
canto de las aves, los murmullos del viento que se desliza entre las
ramas, el aire puro que llega hasta lo más profundo del cuerpo.
Y es que cada uno de estos ecosistemas atesora un fascinante universo
donde la flora y la fauna encuentran su esplendor. Sin embargo, cuando
el hombre olvida cuán íntimamente ligada está su vida a los árboles y
arremete sin conciencia contra ellos, el mundo asiste a panoramas
desoladores como la deforestación, la pérdida de diversidad biológica y
la extinción de espacios verdes dentro de las naciones.
Según datos publicados por diversos medios de prensa, al cierre del
2016, Cuba alcanzó un índice de boscosidad del 31,1 %, (superior en 0,5
al año precedente), cifra que ratifica la tendencia al crecimiento
progresivo de la superficie cubierta por bosques. Además, de 2015 a 2016
, se lograron remover de la atmósfera 78.4 millones de toneladas de
dióxido de carbono con relación a la cobertura boscosa.
Como resultados de la gestión ambiental en este sentido, en los
últimos 10 años, la cobertura forestal se ha incrementado en 464 000
hectáreas, para un incremento medio anual de los bosques de 46 500
hectáreas, de estas el 80 % se concentra en bosques naturales.
No obstante, el índice de boscosidad no se encuentra distribuido
uniformemente en todo el país, mientras que el municipio especial Isla
de la Juventud, Pinar del Río, Guantánamo, Matanzas, Holguín y Santiago
de Cuba tienen un índice superior a la media nacional, otras provincias
como La Habana, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Las Tunas se encuentran
por debajo del 20 %.
El sitio web Opciones.cu reseñó recientemente las valoraciones de
Idael Pérez Brito, viceministro de la Agricultura y Georgina Díaz
Quintero, especialista de la Dirección Forestal, Flora y Fauna
Silvestres, del Ministerio de la Agricultura, durante la Convención
Internacional Agroforestal realizada en La Habana del 12 al 16 de junio
pasado.
En la misma sobresale el criterio de Pérez Brito acerca de la
importancia de apreciar el bosque desde varias dimensiones con un
enfoque holístico: “no habrá un desarrollo forestal sostenible si solo
se utiliza al árbol como proveedor de madera, debe buscarse la
diversificación de las producciones y las prestaciones de la ayuda que
brinda mediante el aprovechamiento de residuos, los servicios
ambientales y turísticos, como fuentes de ingresos que pueden ser
reinvertidos en el propio desarrollo forestal”.
Por su parte, Díaz Quintero añadió que “en Cuba no hay deforestación
porque las áreas boscosas que cada año son desmontadas son inferiores a
las que se incorporan a la cobertura forestal. La estrategia ambiental
nacional reconoce como uno de los problemas medioambientales las
afectaciones a la cobertura forestal y no la deforestación. El
archipiélago mantiene un incremento sostenido del índice de boscosidad,
que se aumentó desde 13,6 % en 1959 a un 31,15 %. En 2015, al lograr el
30,59 % de su superficie cubierta a bosques, el país sobrepasó el
compromiso adquirido en la Cumbre de la Tierra de alcanzar 29,3 % en
esa fecha”.
El Programa de Reforestación 2016-2020 para las 11 cuencas
hidrográficas de interés nacional incluye, entre otras acciones, poblar
31 000 hectáreas, alcanzar un 34,8 % de índice de boscosidad y emplear
mayoritariamente especies autóctonas. Entre dichas cuencas se
encuentran: la de Cuyaguateje en Pinar del Río; Ariguanabo en Artemisa;
Almendares que comprende La Habana y Mayabeque; y Ciénaga de Zapata en
Matanzas.
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