París se convierte desde ayer en un importante centro de atención para la
mirada internacional. A solo 17 días de los sucesos del 13 de noviembre que
devino en el peor atentado en la historia de Francia, jefes de Estado y de
Gobierno de aproximadamente 147 países se reúnen para iniciar los trabajos de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP21).
En medio de hechos palpables como fenómenos meteorológicos extremos, mutación de patrones de las enfermedades, degradación de la calidad del aire y de los abastecimientos de agua… el desafío mayor de las naciones se encamina a adoptar un acuerdo universal que siente las bases de una transición hacia sociedades y economías bajas en carbono y capaces de enfrentarse a las distintas manifestaciones del cambio climático, y contener ese fenómeno.
Para nadie es un secreto que la Cumbre de Copenhague fue solo otro intento que sucumbió en el vacío de la indiferencia mundial, por eso COP21 refleja en su concepción el grito de auxilio que el planeta lanza a esa parte de la humanidad que aun se resiste a aceptar los efectos negativos del cambio climático y no comprenden que se trata de una lucha donde el éxito radica en la unión de voluntades y la toma de conciencia.
Se prevé que el intercambio permita sustituir el protocolo de Kyoto, también víctima de la desidia. El nuevo protocolo incluiría la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el daño acumulado y fijaría el objetivo de que para el año 2 100 la temperatura planetaria no exceda los dos grados centígrados en relación con los niveles preindustriales (siglo XIX). El mismo entraría en vigor a partir de 2020.
Se pretende crear el llamado Fondo Verde para el Clima, que
deberá disponer,
de 100 000 millones de dólares anuales aportados por las
naciones más desarrolladas.
A partir de mañana, los negociadores redoblarán la acción y
una semana después los días serán especialmente intensos para los ministros de
Medio Ambiente o Energía, que tendrán hasta el 11 de diciembre para intentar
alcanzar un acuerdo mundial.
La mitigación o reducción de emisiones, adaptación al cambio climático, el
financiamiento para las naciones pobres, creación de capacidades y
transferencia de tecnología desde el mundo industrializado a los países en
desarrollo, serán algunos de los ejes temáticos del intercambio.
En COP21 tendrán un importante papel las naciones del Sur, las cuales abogan por el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, en referencia al desempeño mayoritario de las naciones industrializadas en la contaminación ambiental.
¿Será posible que las principales potencias dejen a un lado prácticas que dañan al planeta para comprometerse con los acuerdos de esta cumbre? Aunque la respuesta escapa de las especulaciones el mundo alberga la esperanza de que este encuentro trace un nuevo camino ante la máxima de que en ello nos va la vida.
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