La
discoteca estaba llena. El volumen de la música apenas permitía escuchar las
voces. Le alcanzó otra cerveza y sin pensarlo bebió de prisa. Le colocó el
brazo por encima de sus hombros y susurró, “con esto sí que vamos a disfrutar”.
Por unos segundos contempló la pastilla y dudó en rechazar la propuesta… No, no
se iba a comportar como una niña delante de él. Además, sería solo por esa
noche.
Después
de unos instantes sintió dificultad para respirar. Las luces, los rostros, se
mezclaron ante ella hasta que perdió el control sobre sí misma. Así fue la
primera vez. Después, sin percatarse, se volvió amante de aquel letargo que desconectaba
su conciencia durante horas. Hoy, es esclava de una adicción que destruye la
personalidad, corrompe la autoestima y enajena.
Y es que
las drogas encierran a los consumidores en un círculo donde la dependencia
física y emocional no permite encontrar otro camino sin ayuda especializada. Ante
su influjo, el sistema nervioso sufre efectos negativos que abarcan tanto aceleración
del funcionamiento mental, como lentificación o distorsión del mismo y cambios
en la percepción de la realidad.
Según reseñan
numerosas investigaciones el consumo de sustancias psicoactivas constituye uno
de los principales problemas de salud a escala global.
Cabe añadir
que no solo la marihuana y la cocaína se encuentran entre las drogas consumidas
con mayor frecuencia, miles de personas, incluso desde la adolescencia, se
encuentran atados al tabaquismo, a pesar de que constantemente los medios de
comunicación reflejan cuán perjudicial resulta este vicio.
En cuanto
al alcohol, es lamentable contemplar cómo se transforma en elemento esencial de
las fiestas y cuando su sombra opaca el entorno familiar, los conflictos, el
miedo y la violencia, tornan disfuncionales los lazos de amor que antes
existían. A ello se suma también las consecuencias nefastas de quienes combinan
estas bebidas con la carbamazepina u otros fármacos de manera intencional.
Por estos
días leí en una investigación sobre el incremento catastrófico de los
indicadores de morbiletalidad, que se registra tanto en las drogas legales,
como en las de prescripción médica y las ilegales.
¿Cuántas
veces hemos visto reflejadas en noticias televisivas la muerte de personalidades,
artistas que gozan de popularidad en el orbe, a causa de una sobredosis?
Enfermedades
cardiovasculares, hipertensión arterial, enfisema pulmonar y afecciones nasales
como la rinitis por inhalación o la perforación del tabique nasal, están entre
las múltiples consecuencias de la drogadicción.
Los
especialistas del Centro de promoción de salud de Matanzas facilitan a través
del número 106, la línea confidencial antidroga, vía eficaz que orienta y anima
a todos los que anhelan dejar a un lado estas sustancias nocivas. Además, existen
áreas de rehabilitación, terapias de cesación tabáquica y el Centro de salud
mental.
Para
aquellos que ya son víctimas de este flagelo, la oportunidad de frenar su
desarrollo está al alcance de una decisión, que implica fuerza de voluntad.
Si
estimulas la adicción, tu forma de pensar se transforma, ya no te relacionarás
de la misma manera con los que te rodean, ni serás capaz de valorar la
realidad. Paso a paso te irá robando espacios, hasta que de ti, solo queden
vestigios escondidos tras el afán de querer conseguir una dosis más a cualquier
precio. No permitas que te robe el protagonismo de tu propia vida. En el mundo
de las drogas, incursionar es sencillo; decir adiós es difícil. Mejor no
empezar.
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