El clamor del pueblo cubano obligaba a Batista a proclamar
una amnistía. El júbilo se extendió por todas las calles y estremeció los
corazones moncadistas encerrados en las
celdas del Presidio Modelo en Isla de Pinos.
En aquel domingo 15 de mayo de 1955, una noticia conmocionó
la opinión pública:
se le informaba a periodistas y familiares que había llegado
la orden de libertad para los asaltantes. El barco El Pinero, salió del
río Las Casas en la entonces Isla de Pinos para emprender la travesía hasta el
puerto de Batabanó, trayendo en su interior a los héroes del Moncada y al
histórico líder Fidel Castro Ruz.
La prisión llegaba a su fin, no como una etapa de inercia,
sino como un tiempo fecundo donde se consolidaron los ideales revolucionarios y
la preparación de los combatientes en la Academia Ideológica
Abel Santamaría donde se impartían disímiles materias relacionadas con las ciencias
sociales y las matemáticas.
A la par, había crecido entre la sociedad cubana un
sentimiento de simpatía, de identificación y respaldo a los asaltantes del
Moncada, los cuales se convirtieron en herederos de una tradición de lucha por
la independencia y la soberanía.
En el Hotel Isla de Pinos, en el cual un grupo de periodistas, representando
a los órganos de prensa nacionales, esperaban ansiosos por las palabras de
Fidel, el joven líder proclamó la firmeza de sus convicciones y al terminar el
diálogo entregó a los periodistas el Manifiesto al Pueblo de Cuba donde se
evidenciaba la disposición de seguir la lucha inspirada en el ideario martiano.
Este documento proclamaba que la campaña popular por la amnistía era "la
gran victoria del pueblo en los últimos tres años"
La liberación de Fidel y los moncadistas constituyó una
victoria popular que trajo consigo nuevas luces a la lucha por la libertad e
inscribió en páginas de gloria el trayecto de estos hijos valerosos de la Patria.
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