El hombre, ser racional, tiene en sus manos la oportunidad
de discernir cómo será su conducta, los hábitos que marcarán su cotidianeidad y
aquellos matices que definirán su personalidad como ser único, irrepetible.
No obstante ¿cuán difícil puede ser tener voz propia? Adquirir
un estilo por el cual reconozcan tus pasos al instante se puede transformar en
una tarea llena de obstáculos.
Claro está, existen personas que prefieren escudar sus
verdaderas emociones o sentimientos tras una máscara que muestran en medio de
la sociedad para aparentar una imagen que dista mucho de su propio yo.;
mientras que otras, lejos de ser auténticas, sufren y malgastan horas tratando
de imitar a otros y así pierden la oportunidad de apreciar sus propios valores.
Muchos, en cambio, anhelan marcar la diferencia y sus voces son silenciadas por
el miedo, la falta de confianza en sí mismos…
En las propias relaciones humanas, existen algunos que temen
demostrarle a su pareja cómo son realmente, cuál es su historia, posición
económica… y viven tras apariencias falsas sin comprender que el amor verdadero
radica en aceptar al otro como es: lleno de virtudes e imperfecciones y de ir
borrando las asperezas juntos sin perder la identidad.
No se trata tampoco de inventar estrategias para sobresalir
a cualquier pecio y ser el centro del universo; sino de anteponer la sinceridad
y espontaneidad como tarjetas de presentación cuando alguien toca a nuestra
puerta.
Quien brilla con luz propia, resulta difícil de opacar, pero
para ello es preciso tener convicciones firmes, voluntad, autoestima fuerte y
ante todo una certeza: “que bella es una persona cuando se muestra imperfecta y
ser pretender ser lo que no es”.
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