
Cuando se habla de la Reina del punto guajiro, regresan a la memoria el escenario, las ovaciones del público y los colores de la bandera cubana sobre su atuendo, mientras la tradición campesina encontraba refugio en cada frase:

“Yo soy el punto cubano/que en la manigua vivía/cuando el mambí se batía/ con el machete en la mano/ Tengo un poder soberano/que me lo dio la sabana/de cantarle a la mañana/brindándole mi saludo/a la palma, al escudo/y a mi bandera cubana”.

Mientras cada poeta joven le cantaba, no podía evitar emocionarse y en aquella ocasión, las autoridades del gobierno municipal le entregaron la Llave de la Villa de la Décima Cubana, como un merecido homenaje a su legado.
Y es que Matanzas estuvo unida para siempre a su figura desde el nacimiento de Celina en los predios de la finca La Luisa en el municipio de Jovellanos. Así a pesar de sus giras y presentaciones en numerosos países, de su ascenso como una figura prestigiosa dentro de la música campesina, Celina jamás olvidaría su tierra natal.
Durante su prolífico quehacer compartió escenarios junto a Beny Moré, Barbarito Diez, Celia Cruz, Nat King Cole y Pedro Vargas, hizo cine en la etapa republicana, y grabó decenas de discos que hoy forman parte del patrimonio musical cubano. En el 2001 fue nominada a un Grammy Latino por el álbum 50 años como una reina, grabado junto a su hijo Reutilio y más adelante en el 2002 recibió el Premio Nacional de la Música, que otorga el Ministerio de Cultura de Cuba.

Cómo olvidar su presencia en el programa televisivo Palmas y Cañas, donde se convirtió en un sello genuino de identidad y ese instante de la gala de los premios Cubadisco 2010, donde Cuba entera le rindió homenaje y donde declaró: “¿Cuba?, Cuba es todo para mí, a Cuba la llevo en mi alma, en mi corazón. En Cuba nacieron mis abuelos, mis padres, mi marido Reutilio, a quien tanto amé, nacieron mis 5 hijos. Aquí en Cuba nací yo y es donde me quiero y me voy a morir”.
El cuatro de febrero del 2015 se cumplía el anhelo de Celina González de descansar para siempre en su Isla adorada. El sepelio aunó en un mismo espacio a improvisadores, músicos, artistas… mientras el pueblo de Cuba contemplaba con nostalgia la despedida física de la Reina del punto cubano.
Hoy, a las puertas de un nuevo aniversario de su natalicio, Matanzas y Cuba abren las alas del recuerdo para que entre guayaberas, sombreros y batas blancas se escuche la voz vibrante de Celina:
Por eso canto a las flores
y a la mañana que inspira,
ay, le canto a Cuba querida
la tierra de mis amores,
ay, le canto a Cuba querida
la tierra de mis amores.
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