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jueves, 15 de diciembre de 2016

Un huracán llamado Desorden


transporte
Al igual que los huracanes, el Desorden es un fenómeno peligroso que puede ganar intensidad cuando en el entorno laboral, social, familiar, se abren espacios a las irregularidades. Entonces, sus vientos máximos sostenidos cobran fuerza y provocan desastres como el deterioro de las relaciones humanas y  la pérdida del respeto.

Por supuesto, los estragos resultan más significativos cuando la pared del ojo del huracán atraviesa justo en medio de entidades que brindan un servicio de primera necesidad a la población. Ello implica que el número de damnificados aumente y comience a propagarse el desasosiego.

A ello se suma el peligro de que dicho fenómeno se extienda en el tiempo y permanezca sin frenos ni responsables que atenúen su impacto hasta alejarlo para siempre.

Testimonio de ello pueden ofrecer los pasajeros que se acercan a la Terminal de Ómnibus Intermunicipal de Matanzas donde, desde aproximadamente un mes, las rachas de la inestabilidad giran en torno a la entrega de los tiques que instauran el orden para abordar los ómnibus.

Mientras los comentarios atribuyen las causas a la ausencia de papel, todas las señales apuntan a una deficiente labor administrativa que deja desprotegidos a llamadores, choferes y usuarios.

De esta forma, sin ningún boleto que organice la fila de viajeros, ascender a los vehículos muchas veces es una lucha desenfrenada por alcanzar la puerta cueste lo que cueste. A duras penas los trabajadores de la entidad pueden lograr que pasen, sin ser arrastrados por el tumulto, los empleados, impedidos físicos, embarazadas y niños de brazo, los cuales están declarados como prioridad.

La ciudad deviene fuente sustancial de empleos, por eso disímiles pasajeros acuden diariamente a la Terminal para trasladarse a sus municipios tras cumplir con la jornada laboral. Otros, la contemplan como la única vía para alcanzar un medio de transporte más económico después de haber sido atendidos en algún centro de salud de la urbe.

Sin embargo, lo que pudiese ser el final feliz del recorrido diario, se convierte en una odisea donde los valores se esfuman tras la desesperación y no pocas veces el personal debe permanecer de pie frente a la puerta de las guaguas media hora antes del tiempo fijado, para no correr el riesgo de quedarse.
Así, también se abre un espacio para los oportunistas que aprovechan la ausencia de boletos para alcanzar un asiento de manera tal que los primeros, son los últimos en subir.

Cuando no se entregan los tiques correspondientes, quien se detiene a contemplar la disputa de un sitio en la ruta Pedro Betancourt – Matanzas a las tres y media de la tarde, de seguro puede asistir a una escena que contiene desde violencia, hasta lenguaje de adultos, donde prima el desconcierto.

¿De qué modo la administración de la Terminal Intermunicipal vela por los derechos de los pasajeros y su seguridad?, ¿Cómo es posible que la escasa gestión o el descuido impidan garantizar la estabilidad de un recurso tan simple como fragmentos de papel, para que no se suscite la violencia ni el maltrato entre la población?

terminal de ómnibus de Matanzas

La guagua está repleta. Cierra sus puertas y los que consiguieron situarse en su interior se encuentran ahora en la zona de calma correspondiente al ojo del huracán Desorden. Adaptados a lidiar con fenómenos meteorológicos, nadie está confiado. Saben que al día siguiente, si no se toman las medidas pertinentes para debilitarlo, volverán a sentir el azote de sus vientos.

miércoles, 22 de junio de 2016

Confrontas, ¿un sueño fugaz?


Confrontas, ¿un sueño fugaz?  
 
En enero de 2015, Girón publicó el reportaje Confrontando a las confrontas, entonces se reflejaba la opinión de Víctor Nogueras, un joven residente del reparto Reynold García: “Matanzas de noche es una ciudad dormida. Si vives lejos del centro resulta muy difícil que te decidas a salir, porque después, ¿en qué regresas? No todo el mundo puede caminar. Las confrontas vienen a cambiar eso; sabes que no vas a quedarte botado. Puede que se demore, pero llegará en algún momento.

“Creo que cuando la gente se acostumbre ganará la vida nocturna, la cultura. Ahora, no pueden empezar las irregularidades ni desaparecer el servicio, porque si no, será como si no se hubiese hecho nada”.

A pocos días de comenzar el verano de 2016, los temores reflejados en aquel momento constituyen regularidad. En los primeros meses, lo enrevesado de las rutas confundía a los usuarios; no obstante, varios se hicieron asiduos y las esperaban a las horas establecidas.

Sin embargo, los problemas comenzaron rápido. Los ómnibus transitaban a una velocidad excesiva y si los chóferes no veían a alguien en la parada continuaban sin parar. Las personas debían estar muy atentas y hacer señas para poder abordarlos.

Poco a poco, los horarios se relajaron, actualmente casi nadie los conoce con exactitud y muchos no saben a ciencia cierta si pasan.

“Mi esposo y yo estuvimos hace menos de un mes desde las once de la noche hasta las dos de la mañana en la parada de La Catedral, aguardando, y nada. Al final tuvimos que pagar un carro –con precios prohibitivos, por cierto- para poder llegar a Peñas Altas. La opción: no salir más por la noche”, relata Liset Martínez.

EL DISEÑO…

Entre las cinco y las seis de la tarde, inician su itinerario los ómnibus designados. La 27, 28 y 29 tienen como propósito enlazar los hospitales de la urbe y para ello efectúan un recorrido complejo que, en ocasiones, puede tardar cerca de dos horas.

La frecuencia de los viajes oscila entre ocho (rutas 28 y 29) y 12 (ruta 27) y el importe asciende a 40 centavos. Para garantizar la estabilidad, un cuarto chofer se mantiene como reserva y releva a sus compañeros cada seis días.

Según Jorge Hernández Vaillant, director de la base de ómnibus Atenas, este servicio no provee ganancias por concepto de recaudación.

“Por lo general, después de la medianoche, los carros circulan vacíos. El promedio de pasajeros por día queda por debajo de los 400. No se cumple el propósito, la mayoría de las personas prefieren trasladarse por otros medios hacia los centros de atención médica, alegan que los ómnibus tardan demasiado en llegar.

“Además, cuando ocurre algún evento cultural o actividad recreativa, quienes se dirige hacia las mismas protestan por el itinerario, que va más allá de los puntos habituales”.

Comenta Alexis Eduardo Vega Revilla, chofer de relevo, que si bien no son la mayoría, existen usuarios estables, por ejemplo trabajadores de restaurantes como el Bahía y El Polinesio. “A las cinco de la mañana comienzan a llenarse, de nuevo, las paradas. Durante la madrugada, se complejiza manejar, por las indisciplinas sociales. En una ocasión me vi obligado a bajar a diez jóvenes que abordaron consumiendo bebidas alcohólicas y se subían en los asientos, molestando a pasajeros que se dirigían al hospital”.

A fin de reanimar el transporte público, la base se sumó a la iniciativa Sábado en La Atenas, para lo cual se estableció un servicio especial de dos vehículos que circulan desde el parque René Fraga hasta Canímar y al regreso arriban hasta Monserrate.

“Estas guaguas cubren el trayecto en menos tiempo, desde las siete de la noche hasta la una de la madrugada. No obstante, a pesar de que constituyen un alivio por ser más directas y ágiles, muchas personas manifiestan inconformidad con el precio y no entienden cómo los mismos ómnibus que durante el día exigen menor tarifa, cobran un peso el sábado en ese horario”.

CONTRADICCIONES…

Se repite que Matanzas no posee vida nocturna, mas el transporte resulta una de las condiciones vitales para que exista. Parece la historia de quién vino primero al mundo, si la gallina o el huevo: los citadinos no salen y las guaguas recaudan poco; pero sí no existe garantía de movilidad nadie se aventura fuera de su hogar. Ganarse la confianza de la gente deviene proceso paulatino, y depende de la estabilidad y la eficiencia.

Según el propio Vaillant, la Oficina de Control de Flota no funciona porque tendrá un nuevo local, en la base Atenas, que se somete a labores constructivas. Quizás sea necesario un sistema de seguimiento más integral y sorpresivo, sino ¿cómo garantizar la calidad de la prestación?

De igual forma, podría estudiarse la factibilidad del recorrido, para, sin desproteger las instituciones de salud, hacerlo más sencillo y ágil. Tal vez, entonces, crecerían los ingresos y podría aumentarse el número de carros. Las confrontas deberían revolucionar las noches en Matanzas, y ese efecto aún queda pendiente.

(Por Yeilén Delgado y Lianet Fundora)

transporte urbano

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miércoles, 13 de mayo de 2015

Del Titanic y otras embarcaciones



Se aproxima hacia la piquera. Imponente “navega” sobre las calles y surca los “baches” de la ciudad hasta detenerse. Una pareja de enamorados corre para alcanzar asiento cerca de una ventanilla en la anhelada embarcación, que tiene grabado en la parte delantera con grandes letras el calificativo de: “El Titanic”. 
Por supuesto, no se trata de un navío de grandes proporciones atravesando la inmensidad del mar; sino de algo más interesante: un camión que traslada los pasajeros hacia diferentes municipios. De seguro Leonardo Di Caprio, encontraría en él una trama exclusiva para protagonizar un filme pleno de emociones intensas.
Y es que el transporte constituye una de las esferas que cobra mayor auge en el sector no estatal. Nombres, colores, marcas, integran la lista de iniciativas destinadas a incrementar el número de clientes.
Los ejemplos van desde colocarle nombres atrayentes como “La furia roja”, hasta decorarlo en el interior con cortinas similares al telón del teatro Sauto.
Además, en el afán de transportar a mayor número de personas, cada vez resultan más grandes los modelos; cuestión que un foro de investigadores propondrá como dato curioso a los cosmonautas, pues este tipo de camiones bien podría convertirse en una nave espacial, sobre todo porque el precio del pasaje está por los cielos.
Y qué decir de aquellos exagerados, los cuales delimitan los puestos con pequeños fragmentos de madera y a una distancia de talla estándar que pone en aprietos a las féminas voluminosas. ¡Ahhhh y cómo olvidar esas camionetas anti-ortopedia, donde la hilera de asientos centrales no posee espaldar y aguantar las horas de trayecto es un reto para la columna más derecha!.
Existen además equipos que se caracterizan por exhibir frases, entre ellas: “Hablar de mí es fácil, ser como yo es difícil” y otras de corte humorístico similares a la que hace poco divisé en un vehículo achatado: “Soy ñato, pero respiro”.
No pueden pasarse por alto los que permiten el contacto directo con la naturaleza, y propician la entrada de aire, sol, y en épocas de chubascos, abundantes gotas de lluvia para refrescar a los pasajeros.
Es indudable, que los medios de transporte ofrecidos por los cuentapropistas, a pesar de no ser asequibles para todos, devienen en alternativas para el trasiego constante de personal hacia diferentes sitios de la provincia. Sin embargo, es preciso insistir en el buen trato y el confort adecuado, en ello está en juego la calidad del servicio.
-¡Se va el camión!, ¡Arriba que me voy!. Escucho la última llamada, subo, me siento en el incómodo banco de madera, y suspiro… Tal vez la próxima vez pueda alcanzar un puesto en el “Titanic”.

Amor multiplicado en la distancia

Cuando le preguntan por mamá y papá, el pequeño Hamlet contesta que “están trabajando lejos”, que montaron un avión e “hicieron ñiiiii...” ...