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miércoles, 18 de enero de 2017

Que me despidan bailando casino

 
 
Daniel Rodríguez Sánchez|

El amor y el baile llegaron casi juntos a mí. Tenía 16 años cuando conocí a Caridad Molgado, aquella muchacha que se robaba la atención de todos cuando bailaba en las fiestas populares.

En esos momentos, yo tenía que permanecer a un lado observando como cambiaba de parejas y la gente formaba un coro alrededor de ella para aplaudir la soltura de sus movimientos. Tengo que confesar que moría de celos. Entonces comprendí que el temor a perderla solo se borraría de una forma: aprendiendo a bailar.

Pasábamos los mediodías en su casa, sintonizando programas musicales en un radio, porque en aquel tiempo no teníamos grabadora. Era tanto el deseo de saber que captaba rápido los pasillos, las vueltas… La pasión  se me adentró en el cuerpo. Ya no se trataba de mi novia, sino de mí.

Conformamos un dúo y nos convertimos en la pareja que acompañaba a la agrupación Los Tupas, de Pedro Betancourt, en sus presentaciones por muchos territorios de la provincia y del país, e incluso, nos insertamos en un elenco de rumba perteneciente a la casa de cultura municipal.

En 1982 decidimos separarnos. Un año después, mientras regresaba del trabajo, sufrí un accidente. El camión donde viajaba, tras impactar contra otro vehículo, se volcó y un angular me cortó el antepie derecho. Así llegó la etapa triste de mi vida.

Estuve ingresado tres meses en el hospital de Cárdenas. Tenía 23 años solamente. En la sala habían televisores y a veces veíamos programas musicales. Recuerdo que estaba sentado en la cama, pues me habían hecho un injerto de piel recientemente, y de pronto escucho que transmitían un recital de los Van Van.

Le pedí ayuda para incorporarme a una enfermera joven que estaba de práctica. Primero se negó, pero terminé convenciéndola cuando le dije que aquello para mí era una medicina. Me puse en posición de salida y, al girar, impacté el pie vendado contra el suelo, fue doloroso…

El médico, que era como un padre en esos momentos, me aconsejó que tuviese cuidado, otro percance como ese y era posible la amputación de la extremidad.

Al notarme deprimido, el personal me hablaba de un joven que había perdido parte de la pierna y, a pesar de eso, no abandonó su vocación. Se llamaba Pedro Moronta, un día se apareció en el hospital para hablar conmigo y fue quien me dio fuerza cuando dije que me quitaba la vida si no podía volver a bailar.

Después de salir de alta, le pedí apoyo a mi novia pero se negó por miedo a que tuviese una recaída. No me quedó más remedio que seguir solo. En esa época mi mamá trabajaba por turnos. Delante de ella no podía practicar porque lloraba mucho.Esperaba a que se fuera, me levantaba de la cama, prendía la grabadora y me iba hacia el patio de la casa donde había un tubo que formaba parte del respiradero de la fosa. Allí amarraba dos toallas y así fui haciendo mis ejercicios en busca de equilibrio. A veces tenía que rendirme porque era mucho el dolor.

Cuando estuve listo, las instituciones culturales tuvieron miedo a abrirme las puertas. Sin embargo, me hice popular en medio de la calle, en las plazas, bailando. Eso sí, nadie me conocía por Daniel Rodríguez Sánchez, pero si alguien decía: “llegó Wiwi”, todos dirigían la mirada hacia la pista.

La primera vez que salí a un escenario fue en el teatro Cuba. Unos lloraban, otros aplaudían. Hay quien dice que bailo más con un solo pie en el suelo que con dos, porque ahora es que me atrevo a crear.

Así se desarrolló mi carrera, marcada no solo por numerosos premios en festivales de la Asociación Cubana de Limitados Físico – Motores; sino también por presentaciones en espacios como el Teatro América. Además quedé entre las siete mejores parejas durante el concurso nacional Se baila así, efectuado en el 2007, donde tuve que dominar muchos ritmos y competir  junto a participantes sin discapacidades. En La Habana me gané además un espacio fijo en el Restaurante-Cabaré 1830 donde cada presentación es acogida con regocijo.

No tuve escuela, pero soy un creador natural. Antes de empezar una actuación, me aparto a un lugar solo a concentrarme. Es imposible pensar como mi pareja que tiene dos pies, ni  entretenerme, porque el espectador no perdona y dice: “si el decidió bailar así, tiene que hacerlo bien”.

El artista no se debe al público solamente por lo que realiza, sino también por cómo se comporta. Cuando camino por las calles y la gente me saluda, siempre me acerco para extender mi mano.

Si se siente la música y me ven en silencio, saben que no estoy bien. Bailar me nace. Por eso, el día que muera, no quiero coronas ni lamentos, tan solo que me despidan bailando casino. (Por Gonzalo Torriente Morales, estudiante de Periodismo y Lianet Fundora Armas. Fotos: Lianet Fundora Armas)



miércoles, 30 de noviembre de 2016

Fidel más vivo que nunca desde su pueblo

Desde el municipio de Pedro Betancourt, al Sur de Matanzas  el pueblo acudió a reafirmar el concepto de Revolución y recordar el legado del líder histórico de la Revolución






jueves, 27 de octubre de 2016

Este es mi pueblo


Pedro Betancourt
pedro_betancourt_iglesia.jpg


Este es mi pueblo, un ajiaco
de culturas extranjeras,
   un abrazo de palmeras,
de arroz, de caña y tabaco.
Un pasado que destaco
en las manos del obrero
y un central azucarero
que sobre el basculador
supo estivar el sudor
y el canto del machetero.

Este es mi pueblo, folklor
de africanía heredada
con la rumba desvelada
en el cuero de un tambor,
una décima, la flor
que vino de Andalucía
y aunque la siento tan mía
y tan del campo de Cuba
conserva el sabor a uva
y a manzana todavía.

Este es mi pueblo, el Hotel
La Palma, La Casa Verde,
central viejo que no pierde
aún el sabor a miel.
Voz que sacude mi piel
sílabas de ayer y de hoy.
Mi pueblo sabe quién soy,
es de mis versos amigo
y va cantando conmigo
a donde quiera que voy.


(Por Héctor Luis Alonso Carreño y Lianet Fundora Armas. Fotografías: Internet)

SAM_1832.JPG


 


                                

martes, 27 de septiembre de 2016

Desde el sur de Matanzas: Leyendas del pueblo de Corral Falso



Calle Martí (Real), tomada desde el oeste, se observa el Hotel La Palma, (que data de la década de 1910 en sus inicios). Símbolo del pueblo. (Por desgracia, la foto está en pésimo estado). 
“Nuestra historia es una historia viva, que ha palpitado, resistido y sobrevivido siglos de sacrificios”
Rigoberta Menchú


El 16 de diciembre de 1825, en las fértiles sabanas de Macurijes, se produjo la fundación de un pueblo que llevaba este mismo calificativo. En aquella época existía un corral donde cada amanecer sorprendía a los pobladores, pues durante la noche desaparecía el ganado.Las soluciones al enigma fueron diversas. Mientras que algunos aseguraban que debido a la poca seguridad del redil, los animales salían a dar un paseo nocturno, otros atribuían la culpa a una banda de ladrones que azotaba el territorio.

Así surgió un halo místico en torno al pueblo, que adquirió muy pronto el  nombre de Corral Falso de Macurijes. Por eso, a pesar de que el 12 de febrero de 1897 se le confirió el título de Villa María Cristina de Macurijes, al año siguiente, tras concluir la guerra de 1895, le fue restituido el de Corral Falso, el cual perduraría hasta el 1 de julio de 1901cuando adquirió el de Pedro Betancourt en homenaje al Mayor General del Ejército Libertador.

Mayor General Pedro Betancourt

AMAR LA REALIDAD DESDE EL MITO

Al recorrer el parque Pepe Roque, en el cual se alza el templo católico de Santa Catalina Virgen y Mártir,es posible encontrar áreas donde las pisadas suenan huecas. Dicen que en la época colonial existía un túnel que comunicaba el templo con el cuartel español, hoy escuela primaria José Antonio Echeverría. Sin embargo, la entrada del mismo sigue siendo un secreto…

                      
En el misterio permanece también la muerte de Felipe de Las Cuevas, conocido como El Mexicano. Este español fungió como arrendatario en el hotel La Palma durante la década de 1930, hasta que en abril de 1939 decidió poner fin a su vida cortándose las venas. Por suerte, algunos vecinos lograron salvarlo e inexplicablemente horas más tarde se ahorcó. Tiempo después, los huéspedes que pernoctaban en el inmueble aseguraban verlo bajo las escaleras con la soga al cuello y los brazos vendados, mientras se abrían y cerraban las ventanas…

Y es que el municipio de Pedro Betancourt, guarda espacios para ese realismo mágico que atesoran sus habitantes y emana desde el reloj del ayuntamiento que anuncia la lluvia, porque cuando se nubla hacia esa zona, el aguacero “es seguro”; los majaes del ingenio Mariate que fumaban tabacos y eran protegidos por las almas de los esclavos; el chichiricú de la laguna de Goyo al que apodaban Chuchumeco o la joven que enterraron vestida de blanco y aún recorre así los contornos del almacén de azúcar del central Cuba Libre, el cual construyeron en el mismo sitio donde estaba su casa.

Después de permanecer dispersas en la memoria, estas y otras leyendas han sido salvadas del olvido gracias a la labor investigativa de Yenisbel Martell Santana, joven graduada de Licenciatura Estudios Socioculturales que ha encontrado en el rescate de dichas narraciones el modo de afianzar la identidad de los betancourenses.

“Tuve la oportunidad de conversar con los ancianos del pueblo, aplicar encuestas y constatar cómo cada cual le coloca nuevos detalles a estos relatos. Así surgió una Plaquette con doce leyendas. El propósito es quellegue a centros educacionales, comunidades, para que los jóvenes hagan suyas estas tradiciones orales. El plegable sería también una forma diferente de presentarnosante los visitantes. Profundizaren el conocimiento de la esencia popular que nos caracteriza, permite que no se pierda el amor y el sentido de pertenencia hacia esta tierra”.

SALVAGUARDAR LA IDENTIDAD QUE NOS UNE

“El municipio ha sido la cuna de importantes personalidades como el doctor Benigno Souza, quien escribiera una de las biografías más completas en torno a la figura de Máximo Gómez, y María del Carmen Villar Buceta, intelectual que se destacó en sus labores como bibliotecaria, poetisa, y se incorporó al grupo Minorista en la lucha contra la dictadura de Machado.

María Villar Buceta

“Tenemos el privilegio de que el cantante Barbarito Diez Junco naciera en el batey del ingenio San Rafael de Jorrín en Bolondrón en 1909,sin obviar a Arsenio Rodríguez,(el ciego maravilloso), natural de Güira de Macurijes”, expresa el MSc. Julián Rogelio Álvarez López, historiador del municipio.

                         

La monografía histórica del territorio, fue confeccionada por Álvarez López, Nereida C. Cárdenas Pumariega y María Teresa García Souza. Sus páginas relatan instantes inolvidables como el paso de la Invasión a Occidente en diciembre de 1985.

“La invasión penetró en el territorio de Corral Falso en la madrugada del día 24 de diciembre por el camino del barrio del Ciego, en dirección de la laguna de Macurijes. La columna continuó con rumbo sur bordeando el poblado de Corral Falso sin penetrar en el caserío. En su arrollador paso, dejaba una estela de cañaverales incendiados”, reseña Cárdenas Pumariega.

El primero de julio del 2001, los betancourenses celebraron el centenario del cambio del nombre del pueblo. Ahora, cuando el 2016 marcará 191 años de su fundación, el centro histórico urbano despierta un gesto de nostalgia ante las ruinas del Hotel la Palma. Las miradas giran en torno al muro anacrónico que cierra las esperanzas de revitalizar el edificio perteneciente a la tienda de ropas La Casa Verde (construido a inicios del siglo XX), mientras otros contemplan el cine que permanece inmóvil en el recuerdo del último filme exhibido.

                                    
Por eso, cuando el sentido de pertenencia de los betancourenses más jóvenes parece alejarse al desandar la arteria principal, es imprescindible recordar que, más allá de la apariencia exterior, de la arquitectura desgastada por los años y la indiferencia, late una tradición que los hace únicos y revela, como expresara Yenisbell, cuánto de sueños e historia entrelazan a los pobladores de ayer y de hoy.

Amor multiplicado en la distancia

Cuando le preguntan por mamá y papá, el pequeño Hamlet contesta que “están trabajando lejos”, que montaron un avión e “hicieron ñiiiii...” ...