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jueves, 8 de junio de 2017

Retrato de familia

Retrato de familia

Aleido tiene 75 años y cuando la nostalgia lo invade, toma entre sus manos el álbum y contempla los retratos familiares. Allí, como un pedazo de vida que se fugó del tiempo, están los rostros de sus padres y hermanos. Él fue el último en llegar al hogar de los Carreño Fernández.

Al volver sobre las imágenes recuerda la mesa grande donde se sentaban a compartir el almuerzo y cómo en el alma de su madre había espacio para abrazar a los 14 hijos. Del padre heredaron la rectitud y desterraron el miedo al trabajo arando la tierra, sembrando semillas que despertaron en frutos.

Cuando llegaban los tíos y primos, la casa era una fiesta. De inmediato se multiplicaban los panes y aparecía un sitio para resguardarse de la noche.

Poco a poco pasa las páginas donde aparece el rostro en blanco y negro del hermano poeta que hoy no está cerca para decirle un verso, los sobrinos que marcharon hacia otras tierras, su boda, la infancia de sus hijos. Más adelante, los colores de las instantáneas recuerdan épocas cercanas y en ellos advierte las sonrisas de los nietos, las canas que han ido nublando los cabellos de su esposa…

Desde la magia del lente, piensa en cuánto han crecido las ramas del árbol llamado familia, ese que es común y a la vez diferente para todos.

Bajo su sombra descubrimos el mundo. Puede tener diversas formas: algunos de troncos firmes; otros de hojas dispersas, lo cierto es que cada uno es parte vital del bosque denominado sociedad.

Toda familia tiene su propia historia, poco a poco sus miembros crecen recibiendo la influencia cultural de quienes les antecedieron y, a la vez, adquieren rasgos distintos como protagonistas del contexto social donde se desenvuelven.

Hace algunos años la Doctora María Elena Benítez, del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, declaraba en el programa televisivo Mesa Redonda que la familia en nuestro país, “está tejida en redes, no solo se quedan circunscritas a la consanguinidad en un primer nivel, está determinada por la convivencia, el parentesco y no vive a puertas cerradas”.

Mientras, el Código de la Familia en Cuba la define como centro de relaciones de la vida en común y señala que satisface hondos intereses humanos, afectivos y sociales.

Sin embargo, ¿siempre se logra mantener la armonía en el ámbito familiar?, ¿por encima de las individualidades prima la unión?

Los vientos de la emigración, la aridez de las dificultades económicas, las plagas de las adicciones, pueden adueñarse de él hasta despojarlo de su savia esperanzadora.

Entonces, escuchamos que un hermano privó a otro de su existencia, un padre se “divorció de sus hijos”, o un anciano en el final de sus días presenció la lucha descarnada por despojarlo de sus bienes.

El engranaje familiar es un complejo sistema donde cada pieza tiene su rol específico. En él se establecen jerarquías,  límites claros que solo resultan eficaces cuando prima el respeto y fluye la comunicación.

Quienes sufren las consecuencias de crecer en familias disfuncionales, llevan un vacío en el interior. Luego de una niñez en medio de conflictos, puede llegar la juventud marcada de inseguridad, timidez y baja autoestima.

No existen manuales que aseguren totalmente la paz y la felicidad. La única alternativa es perdonar, dialogar, abandonar los egoísmos. Nadie puede escapar de las influencias recibidas desde la cuna. Lo que seamos capaces de inculcar será lo que recibiremos mañana y definirá el color futuro de nuestro país, la familia mayor.

Sentado en el portal Aleido cierra el álbum y mira al horizonte. Intenta recordar la cantidad de sobrinos, primos… la lista sería interminable. Sabe que no todo es perfecto, que no podemos escoger un modelo de árbol-familia para nacer en él. Pero tiene la seguridad de que cuando las raíces se levantan desde el amor, siempre es posible que sus hojas reverdezcan.

lunes, 4 de mayo de 2015

Ancianidad en sillones de ternura



Leoncio Londres Ramírez une fragmentos de madera, cartulina. Sus manos, curtidas por el tiempo, trenzan el hilo alrededor de los bordes, un poco más al centro… Recuerda épocas pasadas, donde sus piernas desandaban kilómetros sin cansancio. Ahora, un bastón le sostiene el peso de 84 años.

!Ya está!, otro abanico más. Me acerco y descubro en su mirada un espíritu de juventud perpetua –“Tome, periodista, dos para el chofer y estos dos más bonitos, son suyos, mire que hay mucho calor”-dice.

Entonces la trabajadora social me susurra que se mantiene activo. “Aquí me siento útil, somos una familia”, confiesa Leoncio y constato en la casa de abuelos del poblado de San Antonio de Cabezas, un aliento de vida.




DONDE EL AMOR MARCA LA DIFERENCIA

El 29 de diciembre del 2007 abrió sus puertas esta institución que actualmente cuenta con una matrícula de 20 ancianos, 15 hombres y cinco mujeres. De lunes a sábado, desde las siete y media de la mañana hasta las cinco y media de la tarde, el convierte en escenario para amparar la ancianidad con un abrazo de esperanza.

“El objetivo principal es que ellos se sientan bien. Favorecemos su rehabilitación, elevamos la calidad de vida y propiciamos la interacción con la familia. Contamos con el aseguramiento necesario, sin embargo, el buen desempeño solo es posible, gracias a la unidad del colectivo”, comenta Isaías Crespo Navarro, administrador.

Y es que al llegar a esta casa de abuelos, se respira una alegría inusual en los trabajadores, sobretodo en Miladys Álvarez Zamora, trabajadora social que no cesa de proponer iniciativas. “No solo somos privilegiados con el apoyo de las instituciones deportivas y culturales, sino que nosotros mismos celebramos los cumpleaños, hacemos manualidades. Hace algún tiempo realizamos un amigo secreto donde el regalo era ayudarse mutuamente y ellos participaron con mucho dinamismo”

La asistencia no falla, incluso cuando se han sentido mal, después de salir del médico prefieren regresar al centro. Son muy disciplinados, se divierten, cooperan en labores cotidianas como escoger arroz, pelar viandas, y atienden en el patio siembras de habichuela, orégano, ají, guayaba, tilo…”, expresa.

Por su parte Maritza Hernández y Aida María Covián, se encargan de elaborar un menú atractivo. “Tratamos de sorprenderlos con detalles nuevos, por ejemplo en fin de año elaboramos buñuelos y variamos los alimentos según las indicaciones de la dietista. Además tenemos en cuenta sus preferencias: si desean azúcar o no para la leche, o necesitan que le desmenucemos la carne”, señalan.

A estos criterios se suman los testimonios de David Cruz Hernández, custodio, quien afirma: “Soy trabajador agrícola y siempre brindo un aporte de mis cultivos”. Mientras que Margarita Hernández Romero, auxiliar de limpieza, mantiene el local reluciente, y organizado.

EN ESPERA DE UNA REPARACIÓN

“El deterioro constructivo del inmueble es significativo. La carpintería se encuentra en un estado crítico, existen filtraciones y la meseta de la cocina corre el riesgo de derrumbarse”, explica el administrador

En un recorrido Bárbara Mendiarole Fleitas, almacenera, muestra el tamaño inadecuado del almacén que no posee ni siquiera estantes para colocar los víveres. Además, el único baño existente está en pésimas condiciones y no disponen de un bebedero para facilitar el agua fría.

 “El comedor, donde se realizan los juegos de dominó, es pequeño y no tiene mucha ventilación. Otra de las dificultades es la inexistencia de un DVD con el cual se podría diversificar la programación”, señala Mendiarole Fleitas, quien resulta otra de las trabajadoras más entusiastas.

Para septiembre de 2015, está prevista una reparación capital. Durante los meses en que se desarrolle la misma los ancianos no efectuarán su estancia habitual, pero sí recibirán el resto de los servicios. Urge remozar la edificación y para ello, si suministran los materiales, el colectivo está dispuesto a asumir la obra”, explica Crespo Navarro.

UN HOGAR PARA TODOS

María Antonia Díaz Delgado siempre tuvo el la tristeza de no haber celebrado sus “quince primaveras”, ¿cómo iba a imaginar que en la vejez haría realidad ese anhelo? La sorpresa corrió a cargo de sus compañeros y así, con traje y baile incluido celebró una fiesta singular. “Jamás voy a olvidar ese gesto, no hay nada más bello que sentirse querido”, cuenta.

Julio Oramas Castro tiene 93 años y no solo es fundador de la institución, sino que constituye el más longevo de sus miembros: “Los domingos estoy ansioso porque el día transcurra rápido y llegue el lunes para volver a ver a mis colegas, este es mi segundo hogar”.

Conversando con los ancianos, conocimos que si de dominó se trata, Bernarda Sánchez es una de las campeonas, y Esther Fernández fue una de las primeras asistentes dentales que formó el gobierno revolucionario. El arte es otra arista que cobra auge en Alejandro Mateo Oliva, el abuelo poeta, aunque prefiere escribir los versos y que María Antonia los cante: “Aquí no existe el recodo/ ni mucho menos protesta/ porque sabemos que esta/ es la gran casa de todos”.

Así, entre aplausos y la promesa del regreso digo adiós al poblado de San Antonio de Cabezas donde el cariño se convierte en signo de cuánto pueden hacer los hombres y mujeres de buena voluntad. En mi memoria queda la frase de Crespo Navarro: “cuando la vejez toque a mi puerta, quiero que me sorprenda en uno de estos sillones”.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Mis abuelos son luces en mi alma



Desde pequeña tengo la dicha de vivir junto a mis abuelos. Fue un privilegio crecer teniendo a mi lado su ternura infinita, sus consejos oportunos y ese beso al despertar que siempre me da ánimos para sonreírle a la vida. 

Abuela es el cofre donde guardo mis sentimientos, y abuelo, el mago que busca detalles para sorprenderme, para hacerme feliz. Por estos días encontré una antigua postal que les dediqué cuando era pequeña y los recuerdos de tantos instantes felices volvieron a mi memoria. En aquel trozo de cartulina gastada por el tiempo, resplandecía una frase escrita con letra de niña traviesa que realiza sus primeros trazos: “Abuelita y abuelito, ustedes son una cortinita de lluvia que refresca mis sueños”…

Amor multiplicado en la distancia

Cuando le preguntan por mamá y papá, el pequeño Hamlet contesta que “están trabajando lejos”, que montaron un avión e “hicieron ñiiiii...” ...