miércoles, 3 de febrero de 2016

Maestros, del sueño a la realidad



 
Entre los juegos de roles que forman parte de las travesuras infantiles, muchas veces uno de los pequeños asume el papel del maestro. Entonces, las libretas viejas se convierten en el registro de asistencia, un trozo de cartulina es la pizarra y un lapicero gastado, el puntero.
-“A ver, vamos a revisar la tarea”, “Ya pueden salir al receso”, estas y otras frases se escuchan en medio del círculo de amigos que juegan a “la escuelita”. Mamá y papá, entre sonrisas, se esconden durante unos segundos para escuchar las conversaciones y son testigos de la imitación.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo, ante la disyuntiva de continuar estudios, ¿cuántas boletas mantienen como primera opción el magisterio?, ¿todos los padres respaldan la decisión de que sus hijos construyan un porvenir desde la pedagogía?...
Matanzas es una de las provincias que experimenta una situación crítica respecto a la cobertura docente. A pesar de las alternativas que se implementan, las aulas claman la presencia de un mayor número de profesores comprometidos con su vocación.
Conocido es el fenómeno de la pirámide social invertida, donde los profesionales no son retribuidos adecuadamente por las funciones esenciales que desempeñan. Pero además del tema salarial, se trata de defender cada día más el reconocimiento que le corresponde al pedagogo.
Cuando contemplan al profesor que planifica clases, busca tiempo para la superación, revisa las libretas, asiste a las reuniones; pocos reflexionan acerca de esas necesidades, sacrificios, preocupaciones…, que se agolpan en la existencia de estos hombres y mujeres cuya rutina, exige abandonar en el umbral del aula sus problemas para recibir con una sonrisa a los alumnos.
Por ello, el éxodo de profesionales del sector constituye una realidad de análisis obligatorio y exige resultados concretos para atenuar los factores implicados en este fenómeno. Centrar la mirada en aspectos como el deterioro de las residencias donde se alojan los docentes que viven lejos, la importancia de elevar la calidad de la alimentación, así como las insuficientes acciones para estimular el desempeño de los profesores, son solo el punto de partida si se observa en todas sus aristas esta problemática acuciante.
Recientemente el Consejo de Administración Provincial, aprobó un plan de atención integral al maestro. Entre las medidas de respaldo a este personal, figuran la venta priorizada de productos alimenticios y de primera necesidad; reparación de equipos electrodomésticos; facilidades en la atención de la salud sobre todo oftalmológica y odontológica.
A ello se suma la posibilidad de instalación de teléfonos fijos; reservaciones y viajes a lugares históricos recreativos durante las vacaciones; cenas en centros gastronómicos; ayuda para la construcción de viviendas; y otras.  
No cabe duda de que esta decisión es acertada y suscita expectativas. No obstante, se imponen disímiles interrogantes: ¿Realmente cada municipio será capaz de implementar dicho plan con la exigencia y sistematicidad que requiere?; ¿Estarán dispuestos todos los organismos a abrir nuevas puertas para beneficiar a los educadores?...
Solo la práctica y el tiempo permitirán apreciar los resultados. Mientras tanto, a las direcciones municipales y provinciales del ramo, les corresponde ser constantes y exigentes en la gestión de los recursos, a fin de defender en cualquier instancia los derechos de los profesores.
Es preciso también apelar a la conciencia de la familia, motivarla a comprender que la formación de las nuevas generaciones no es una mera obligación de la escuela, se gesta desde el propio hogar, allí donde se inculca el respeto hacia la pedagogía.
Desde antaño, Cuba ha sido cuna de prestigiosas personalidades que enaltecen la profesión. Cómo olvidar a Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Enrique José Varona, Juan Marinello y a tantos que al igual que Conrado Benítez, asumieron el reto de lograr que la Isla desterrara para siempre el analfabetismo.
En la actualidad, miles de hombres y mujeres, desarrollan de forma admirable su oficio en las aulas, procurando que los alumnos crezcan no solo en conocimientos, sino también en valores. Ellos merecen un sitio privilegiado en la dinámica social, por ser fuente de luz para el porvenir y raíz que nutre con su sabia el saber.
La creación de las condiciones indispensables para que se sientan más satisfechos y realizados, es la mejor manera de avanzar en la orientación vocacional y lograr que los jóvenes conserven intacta esa admiración que surge en la infancia, cuando en medio de una escuela imaginaria, ser el maestro del aula, es un puesto disputado por todos.

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