jueves, 22 de enero de 2015

¡Muero por la Revolución!



“En la persona de Mella asesinaron no sólo al enemigo del dictador cubano, sino al enemigo de todas las dictaduras (…) pero hay muertos que hacen temblar a sus asesinos (…) Honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando.”
Tina Modotti  

Las calles mexicanas guardan en su interior huellas de pasos inquietos, serenos, decisivos. ¡Cuántas historias estarán grabadas sobre sus cuerpos inertes!. Llega el diez de enero y tal vez sin saberlo, miles de transeúntes recorrerán aquel sitio donde en 1929 un crimen llenó de sangre inmortal el pavimento.
Era de noche y una pareja avanzaba tomada del brazo, bajo el impulso de un amor lleno de ideales compartidos. Les resultó imposible advertir, que entre las penumbras, acechaba inclemente el arma asesina. Estallan los disparos. Él consigue atravesar la avenida, pero las fuerzas comienzan a fallarle y cae desplomado sobre la acera…
Julio Antonio Mella fue ese alumno que conmovió con su pluma reveladora y su oratoria vibrante a los jóvenes de su tiempo. Bajo el impulso revolucionario de sus ideas surgió la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el 12 de enero de 1923, el Aula Magna presenciaba el inicio del movimiento reformista, inspirado en los principios martianos. “Ojalá sirva el gesto cívico de la juventud universitaria, como ejemplo, a los adultos  de hoy, y tras la regeneración  de la Universidad venga la de Cuba”.
La voz de Mella se alzó en el Primer Congreso de estudiantes de la Enseñanza Media y Superior, donde se consolidó su estirpe de líder nacional, con la proyección de hacer realidad el lema: “Todo tiempo futuro tiene que ser mejor.” Durante estos años vibraron de mano en mano los ejemplares de la revista Alma Máter, dicha publicación fustigó la corrupción de los profesores y dirigentes, aunó voluntades e instó a la formación de una juventud culta, consciente.
Sus concepciones lo convirtieron muy pronto en seguidor de los postulados comunistas, defendiendo junto a Carlos Baliño la redención de la clase trabajadora y la emancipación social. 
El 20 de mayo de 1925, el general Gerardo Machado asumió la presidencia de la república neocolonial. Conocedor de la necesidad de disgregar a los miembros del Partido Comunista y la FEU, ilegalizó ambas organizaciones y expulsó a Mella de la universidad bajo cargos absurdos.
El fulgor que irradiaba su figura constituía una amenaza para los propósitos yanquis en la Isla. En medio de este contexto Mella se ve obligado a marchar hacia el exilio en México donde emprendió una amplia labor. Ocupa posiciones relevantes en los organismos revolucionarios, participa en el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial en Bruselas, donde expone el contundente informe “Cuba, factoría yanqui”.
No se detiene en el oficio periodístico: colabora en los periódicos "Cuba Libre", "El Libertador", "Tren Blindado", "El Machete”, entre otros. A los 25 años posee un pensamiento que ha madurado y muestra una sólida preparación teórica. Se había convertido en eje de la lucha continental.
Es 1929, las calles mexicanas contemplan la tristeza de Tina que sostiene el cadáver de su compañero, y reconoce la certeza de sus predicciones: “no le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda”. Pero no llora, se mantiene firme aun en esos instantes en que una campaña difamatoria se empeñó en exonerar a Machado y acusarla de cometer un crimen pasional. Tenía la certeza de que la verdad se impondría. Cuba hizo realidad los anhelos de Mella, multiplicados en los miles de universitarios que sostienen el futuro de nuestra nación.
Por eso hoy, al contemplar los brazos abiertos del Alma Máter, los recuerdos fluyen sobre la escalinata y parece que el viento trae desde el pasado el eco de sus últimas palabras: !Muero por la Revolución!. 

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