martes, 22 de noviembre de 2016

Editora Girón: El rostro más cercano de Matanzas

 
Editora Girón: El rostro más cercano de Matanzas

¿Quién no ha sentido temor frente a una página en blanco? El espacio vacío, en espera de que las palabras atrapen el frágil vuelo del pensamiento, es siempre un reto para quien decide que sus líneas no permanezcan en la intimidad. Por eso, cuando alguna fuente cierra las puertas a la información, corro hacia el archivo de la Editora Girón y me quedo en silencio, sumida entre tantas páginas que han adquirido el color del tiempo.

Los titulares me revelan una Matanzas distinta e igual a la vez. Las crónicas de épocas pasadas van desplegándose primero en hojas amplias, de emisiones diarias, hasta reducirse al tamaño actual, donde una tirada semanal lucha por convertirse en testigo del presente, más allá de la inmediatez. Entonces, busco las obras de Celestino, Valdés Rionda y me parecen cercanas. Los imagino apasionados por el sonido de las máquinas de escribir, marcando letra a letra, mientras las hojas iban llenándose de estilos inconfundibles.

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Fidel Castro conoce del acontecer de Matanzas
a través de las paginas de Girón
Pienso en Aurora, Maritza, Ventura, desafiando contratiempos en busca de la veracidad. Descubro los rostros jóvenes de Juanita, Yirmara, entre los comentarios de la sección En Diana y tantos reportajes donde jamás dejaron de ser fieles a sí mismas. Abro también los números del mensuario Humedal del Sur y viajo hasta Pálpite, Guasasa… de la mano de Norge, Giselle, Rouslyn y Yamila, que convidan a recorrer una Ciénaga distinta, hecha poesía desde el humo de algún horno, que eleva un mensaje de carbón hacia el cielo.

Recuerdo a Villalonga, Rivas, Olivet, Vázquez, Arestuche, Fré, cuyos rostros envejecen al ritmo de la Editora y han sido cómplices de jornadas intensas, cambios de local, la llegada de las nuevas tecnologías que transformaron las rutinas productivas.

Imagino el trabajo de Luis y otros correctores de estilo volviéndose los segundos ojos de los reporteros, sufriendo también junto a ellos cuando alguna errata se escapaba entre líneas. Allí están también las instantáneas alcanzadas por el lente osado de los fotorreporteros, el ingenio de los diseñadores en la difícil tarea de conciliar la disputa entre espacio y texto. Las caricaturas de Pitín y Manuel, esbozadas al ritmo del contexto social y aquellos nombres que se han marchado, pero su huella perdura.

Observo cada detalle y vienen a mi mente también los primeros protagonistas de Girón Web, esos que lograron que el mundo entrara a la provincia desde una ventana digital.

Es miércoles, día en que se cierra la edición. La premura me obliga a volver al ordenador. Las pruebas de planas pasan de mano en mano. En esos momentos nos convertimos en una familia que asiste al nacimiento de su primogénito. El jueves, cuando el pueblo despierte junto al semanario, algunos se conmoverán con los temas, otros juzgarán los desaciertos y vacíos informativos. Mientras, en el archivo, se colocará la edición en el último consecutivo que marca los 56 años de la existencia de Girón.

¿Quién sabe?, tal vez mañana alguien encuentre en ella la inspiración para llenar una página en blanco con una nueva historia de Matanzas.

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