lunes, 19 de diciembre de 2016

La profesión que nos cambió el nombre


educadoras de Círculo Infantil

“Me levanto tempranito/para ver salir el sol/soy un lindo botoncito/y mi casa es una flor/ saludo a la mariposa/con mi seño en el jardín/y juego con muchas cosas/porque soy muy chiquitín”…

A medida que recorremos las calles de Limonar, las voces se tornan más fuertes y, al fin, estamos frente a un coro diminuto que canta el himno para recibir la mañana, mientras las notas danzan alegres entre el asta de la bandera, los pasillos, hasta llenar cada sitio del Círculo Infantil Botoncitos de la Patria.

Allí, más allá de pizarras y cuadernos, se levanta la realidad en miniatura. Un mundo donde, de la mano de las educadoras, es posible atrapar las primeras palabras o simplemente ser doctora, ama de casa, constructor, carpintero…, sin renunciar a la inocencia.

ATRAPADOS EN EL CÍRCULO DEL AMOR


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“Quiero mucho a mi seño, ella me enseña a decir gracias, a no hablar con la boca llena y a comer todo el almuerzo para estar fuertes y que nos crezca largo largo el pelo”, confiesa Ana Lía Castañeda Solís con esa sinceridad que solo encierran los secretos de una niña.

Al igual que Vida Tirado García, Adrián Rodríguez Quintana y tantos otros compañeros de aula se siente feliz al cursar el preescolar en un centro donde la formación de hábitos y habilidades han ido moldeando sus pensamientos desde los primeros pasos.

“Esta es una obra que tiene que nacer del corazón. De nosotros depende lograr el máximo desarrollo integral posible en esta etapa para su posterior ingreso a la escuela, así como preparar a las familias de modo que den continuidad a la labor educativa en el hogar.

“Contamos con un total de 27 docentes que tienen la responsabilidad de atender a 134 niños. Los grupos se ubican de acuerdo a las edades. Por ejemplo, la infancia temprana comprende el segundo y tercer año de vida, mientras que la edad preescolar abarca el cuarto quinto y sexto”, explica Edismaris Bagés Marrero, directora de la institución.

Así, detrás de cada sonrisa, de cada frase completa que pronuncian los infantes, de su imaginación que crece durante los juegos de roles, los valores que surgen en medio del esparcimiento, se encuentra la esencia de la conducción pedagógica.

“La confección de los medios didácticos que se utilizan para complementar las acciones programadas dentro de la actividad independiente se lleva a cabo con materiales desechables y lo realizan las propias educadoras. Hacemos talleres de papel maché y decoramos los objetos terminados. Así, surgen televisores, platos, piezas de rompecabezas, y tantas otras figuras que conforman un universo hecho a su tamaño.

“Se elaboran con el objetivo de que puedan realizar acciones lo más cercana posibles a la vida cotidiana. A veces, mientras juego con ellos, les digo que estoy enferma y de inmediato me atienden. Hay que verlos manipular los objetos y relacionarse unos con otros como si fuesen un equipo de profesionales”, afirma Bárbara Pérez Hernández subdirectora docente.


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EL ABRAZO DE LOS HIJOS

Cuando se acerque el mes de julio Estrella Milagros García Martell, cumplirá 37 años como educadora de Círculos Infantiles. En más de tres décadas de experiencia no olvida los rostros de tantos infantes que se acercan hoy convertidos en ingenieros, arquitectos… para darle un abrazo a quien les enseñó a sostener los cubiertos, cantar canciones…

“En una ocasión, uno de los niños que yo atendía se enfermó y cuentan sus padres que cuando el doctor fue a visitarlo le dijo que tenía que ponerse bien para regresar al círculo pronto y le preguntó – ¿Qué es la seño para tí?-, y sin pensarlo dos veces el pequeñito respondió –Mi seño es mi felicidad- imagínese, ese es uno de los recuerdos más lindos que guardo de esta labor: el haberme dado tantos hijos”.

Mientras que Yaquelín González Pérez, educadora de segundo año de vida, con 22 años de experiencia, considera un privilegio saberse responsable del desempeño futuro de los infantes. “El nivel que prefiero es la edad temprana, porque son los que más necesitan atención, afecto, paciencia. Es vital el intercambio con la familia. En las actividades grupales les explicamos las dificultades y logros de sus hijos. Siempre busco interactuar con los padres, de manera tal que puedan decirme incluso alguna palabra nueva que haya pronunciado el pequeño en la casa, pues así podemos enfocar nuestro asesoramiento”.

UNA CASA PARA TODAS LAS GENERACIONES


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Los alumnos del sexto año de vida del círculo conocen bien el nombre de la educadora Yuliet Marrero Pérez. A pesar de su juventud, se destaca por la fluidez, coherencia y esa capacidad de traducir en dedicación el magisterio. Según la directora del centro, es egresada de la escuela pedagógica René Fraga Moreno y, gracias al funcionamiento del círculo de interés pedagógico existente en el municipio, desde noveno grado pudo encauzar su vocación y optó por la carrera de educación preescolar.

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Y es que el Círculo Infantil Botoncitos de la Patria es una casa donde la convivencia intergeneracional deviene fuente de renovación y aprendizaje.

“Tengo 23 años y desde los 16, tras graduarme del curso de educadoras de nivel medio, comencé mi desempeño. La inspiración vino de mi madre que era auxiliar pedagógica y lo disfrutaba mucho. Durante un tiempo estuve separada de la institución porque perdí a mis padres y nació mi hijo. Sin embargo, en cuanto pude, regresé. Uno siente cuánto te retribuyen los infantes cuando llegan por la mañana y nos abrazan, o ese día en que me dicen que Anthony Chinea, uno de mis niños de solo tres añitos, no se quería quedar si yo no estaba”, asegura Isis Almeida Ojito.

El 22 de diciembre la administración del centro se esmerará para que el comedor tenga un brillo diferente. Muy pronto se abrirán las puertas y un mar de miradas pícaras entrará lleno de felicitaciones en un recinto donde no existe espacio para el llanto. Allí, donde esperan por un beso quienes, como dijera Estrella, cambiaron sus nombres por un calificativo cómplice de la ternura: “la seño”.

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