jueves, 26 de febrero de 2015

Picados por el bichito de la radio



El 18 de abril de 2008 la Ciénaga despertó con un sonido distinto. Aquella mañana, las manos se detuvieron para sintonizar el dial en la frecuencia correcta y una melodía diferente se adentró en los hogares. La señal corría de oído en oído, atravesando las calles, desafiando la distancia y el silencio.
 Era el vaticinio de nuevos tiempos. Muy pronto su encanto atrajo los pasos de pobladores que entraron al mundo de los guiones, las noticias, con el anhelo de transmitir su identidad.

  Hoy, cuando uno llega a las calles de Buena Ventura, Playa Larga… unido al murmullo del mar, la brisa trae consigo el eco de esa voz que nació hace siete años para grabar en el éter la esencia del pueblo cenaguero: La Voz de la Victoria.

SE INICIAN LAS TRANSMISIONES
Quien visite la emisora, constata de inmediato el entusiasmo de un grupo unido, atípico, donde los roles se multiplican y hacen que la rutina sea dinámica.
Desde las diez de la mañana, hasta la una de la tarde, cada detalle se ajusta para crear un puente radiofónico con los oyentes, donde sus llamadas son el impulso que inspira la labor cotidiana.
La programación de lunes a viernes incluye un noticiero en vivo de quince minutos, capítulos de novelas proporcionada por Radio Cuba y a continuación una revista variada de facilitación social.
Las propuestas del fin de semana se enriquecen con  la revista Como en casa, dirigida a la mujer y a la familia (sábado) y un programa dedicado a los niños (domingo).
“A partir del balance que realizamos el año pasado, nos percatamos que ha habido gran aceptación con los cambios que concebimos en diferentes secciones, los cuales estuvieron respaldados por estudios previos, ya que los receptores, son la principal fuente que nos nutre”, comenta Yaima Mireles, directora de la institución.
Según Mireles, se está conformando un proyecto para transmitir ocho horas debido a las solicitudes, lo cual implicará la ampliación del local. Además, es preciso solucionar los problemas del grupo electrógeno debido a que cuando se produce una afectación eléctrica, la emisión se interrumpe.
La directora explica que, a pesar de las dificultades, el pequeño colectivo laboral resalta por su entrega y dedicación.
“Debido a la cantidad de personal no tenemos plaza artística, pero ello no ha sido una limitación. No hemos dejado de crear,  todos realizamos diversas funciones pues somos pocos, pero lo más importante es que lo hacemos porque nos gusta.”
EN EL CORAZÓN DE LA RADIO
“Yo trabajaba en el Centro de Información, perteneciente a Educación, ubicado en el poblado de Pálpite. Cuando me dicen que iban a fundar la emisora vi ese trabajo muy distante de mí, me decía, ¿yo periodista? A mediados del mes de abril una compañera me anima y visité el centro durante un intercambio con Susana, la entonces directora provincial de la radio”.
“En julio fue definitiva mi incorporación. Desde que llegué, me colocaron una grabadora en la mano y me dijeron ¡arriba, a buscar la noticia! Mi mamá me compró un radiecito digital y comencé a escuchar los materiales de otros colegas. Posteriormente participé en un diplomado para los reorientados y viajé todos los jueves durante un año desde la Ciénaga, hasta Matanzas. Me sirvió de mucho, ejercía la profesión aquí y aprendía allá”.
Así relata Yamilka Nieves sus primeros pasos como reportera. Los pocos recursos, la ausencia de un medio de transporte para acceder a los poblados más distantes, no han podido opacar el espíritu entusiasta de esta mujer cautivada por el periodismo.
 “He vivido instantes conmovedores, como cuando tuve que entrevistar a la madre de Dulce María Martín, la niña que asesinaron en Girón y aquel día en que dialogué con Nemesia. Como ser humano me ha sensibilizado mucho. Mi vida cambió desde que estoy en la emisora.
“Al principio los oyentes se mantenían distantes, pero nos hemos dado cuenta de que poco a poco nos convertimos en una de sus preferencias. Es un privilegio que el municipio cuente con La voz de la Victoria, es por eso que las instituciones deben  valorarla y aprovechar más las oportunidades que les brindamos”.
Junto a Yamilka, Kenia Otaño llena el espacio de la redacción con ideas jóvenes y se desdobla en la realización del noticiero y la locución, siempre con el afán de trazar sueños futuros.
“Anhelamos escribir más programas: de corte campesino, infantiles, pero como tenemos pocas horas no podemos llegar al gusto de todos.
“Siempre me atrajo el camino del arte y la radio fue el escenario para materializar ese anhelo, es la razón que tengo todos los días para levantarme y venir a trabajar.”
A unos pasos de este departamento, se encuentra el estudio donde se mezclan los temas musicales, las cortinas que separan secciones… Allí, Osiel Morejón y Damaris Rodríguez, realizadores de sonido, hacen realidad la magia de vincular al locutor con los receptores.
“Entrar a la emisora fue algo que no estaba en mis planes. Comencé a trabajar como recepcionista y de vez en cuando entraba a la cabina para observar cómo se desenvolvían los sonidistas. Después, casi a los dos años, empiezo a incursionar en el mundo del sonido.
“Me fue gustando el trabajo y comprendí que este es el corazón de la radio, sin el cual es imposible que una emisión salga al aire”, explica Damaris, y busca en los archivos el número musical que acaban de solicitar los oyentes, no sin antes afirmar que su labor requiere concentración y responsabilidad.
“Un día estábamos en vivo y se me bloqueó la máquina, en esos momentos no supe qué hacer, quedé inmóvil, pero Julián un compañero que me estaba enseñando las técnicas de la profesión, actuó de inmediato y abrió micrófonos a la locutora, fue difícil, pero me enseñó a reaccionar rápido ante un inconveniente, pues es necesario evitar que se interrumpa la transmisión”, asegura Rodríguez, mientras indica a la locutora que debe continuar la revista.
Al ritmo de la señal, Yoslavi Jiménez se acerca al micrófono y saluda a la audiencia cenaguera. Su excelente dicción hace el programa más ameno y armoniza el contenido del guión con esa capacidad de engarzar las ideas que denota espontaneidad.
“Inicié en el medio cuando me vinculé a los círculos de interés que había en la emisora Radio Victoria de Girón, en la década del 80. Después, fui al pedagógico a estudiar Licenciatura en Español, pero siempre tuve el deseo de poder regresar.
“Cuatro meses después de la inauguración de la emisora me proponen incorporarme. Ha sido una experiencia maravillosa. Disfruto mucho conducir los programas, dialogar con quienes nos escuchan. Al pueblo le encanta lo que hacemos y yo siento que la radio es una parte inseparable de mi vida.”
DEL OTRO LADO
El reloj indica que faltan unos segundos para las diez de la mañana y se sientan juntos en la cocina. Encienden la antigua grabadora que Estéban trajo de Angola desde 1986 y comienzan a escuchar las secciones de participación para encontrar las respuestas correctas.
Ibelis Reinaldo y su esposo, se han convertido en fieles seguidores de la emisora cenaguera. Desde su hogar en Buena Ventura, siembran en los corazones vecinos pasión por la radio.
“Preferimos el Maratón del Saber, nos gusta contestar las preguntas. Somos fieles colaboradores e incluso les hemos proporcionado discos de música para que incrementen sus archivos”, afirma Ibelis.
Por su parte, Maura Arencibia vecina de la misma zona resalta “nos mantiene al tanto de todo lo que sucede en la Ciénaga. Se escucha mucho, uno pasa y la oye sintonizada.”
Mientras, Alicia Méndez, pobladora de Pálpite, expresa que “el trato cordial de los locutores hace que los programas sean atractivos. En mi familia siempre disfrutamos de La Voz de la Victoria y hasta mi hija de 12 años llama para solicitar sus canciones preferidas”.
En relación con el impacto que se logra diariamente en el público meta, Damaris Rodríguez resalta cómo el colectivo se ha ganado la aceptación.
“Una de las experiencias bonitas que hemos tenido fue cuando un oyente de Manzanillo llamó para felicitarnos con motivo de cumplirse otro aniversario del centro, pues cuando estuvo de visita en el territorio escuchó nuestros programas y memorizó la fecha en que celebramos la fundación del mismo. Fue inolvidable, hasta nos dedicó un poema, me dio alegría, muchos sentimientos juntos, ahí es cuando te das cuenta de la repercusión que tiene nuestro quehacer”.
Una de la tarde. La emisión llega a su fin. Se apagan los micrófonos y el estudio de grabación queda en penumbras. Mañana será otro día. Los colegas se despiden y allí, al calor de los abrazos, Yamilka confiesa: “Una vez escuché que al que le pique el bichito de la radio, nunca se podrá separar de ella. Cuando aquí tenemos momentos difíciles y somos pocos, ese es nuestro lema: estamos probados, el bichito nos picó”.

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