lunes, 13 de abril de 2015

A golpe de paz



"La violencia es el último recurso del incompetente."

Isaac Asimov

-¡No sirves para nada!, ¡Eres una inútil igual que tu madre!, no sé para qué hablo contigo, nunca comprendes. Tú naciste sin gracia, sin talento, cualquier día me aburro y te abandono, total, mejor que tú, las hay donde quiera…

 
No dijo más, las últimas sílabas se ahogaron en una descarga de bofetadas. Después se marchó, dejándola en el suelo.

Allí estaba, en un rincón del cuarto, mientras las lágrimas cubrían su rostro. Sentía el pecho apretado por un dolor profundo y poco a poco la autoestima se le escurría entre las manos hasta dejar un abismo de angustia. Le dolía todo el cuerpo y aquellas frases habían sido puñetazos directos al alma.

Y es que cuando el germen de la violencia se esparce en la vida de las personas, no solo deja huellas en la piel, también produce heridas que laceran el espíritu, deterioran el valor propio, conducen hacia la inseguridad… y por lo tanto, lograr que cicatricen, no es una tarea fácil.

Tanto el maltrato físico, como el emocional, son fenómenos que se manifiestan con frecuencia en medio de la sociedad, donde la imagen proyectada en materiales televisivos, temas musicales y otros productos de la industria cultural, exacerban las conductas agresivas como sinónimo de fortaleza.

En el plano de psicológico, ¡Cuántas parejas tienen discusiones constantes en las cuales denigran la figura del esposo o esposa y posteriormente piensan que con obsequios pueden borrar el torbellino de humillación que desataron!


 La relación padre e hijo también se afecta por una convivencia donde los gritos y las ofensas ocupan el primer plano. “¿Qué voy a hacer contigo?, me da vergüenza decir que eres mi hijo; eres un imbécil. Si me vuelven a dar una queja de ti, te vas de la casa… ”, gritan algunos sin saber que tal comportamiento destruye el cariño, la confianza.

No obstante, este fenómeno va más allá del marco familiar y desata sus secuelas en los centros de trabajo, entre las amistades, los vecinos…

La violencia es implacable si no se inculca desde la niñez el valor de la tolerancia y el respeto al prójimo. Entonces, ocurren sucesos lamentables como aquel muchacho que en medio de una discusión sin importancia, ciego de ira, le quita la vida a un amigo, o incluso a un familiar.

A pesar del elevado nivel cultural del pueblo cubano, algunos individuos tienen la absurda creencia de que pronunciar toda clase de improperios les otorga cierto grado de supremacía. Por eso, se escudan tras una apariencia impulsiva, dominante, capaz de ridiculizar y maltratar a todo el que se interponga en su camino.

Una expresión de entendimiento, sosiega ansiedades y libera de angustias la conciencia. Tiene más mérito sembrar la armonía en medio de una tormenta, que añadir más leña al fuego de la discordia.

Comprender el papel de la comunicación en la solución de conflictos,cultivar el perdón, constituyen manifestaciones de nobleza e inteligencia. Como expresara Antonio Fraguas Forges, imponerse mediante la cólera, es muchas veces miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias.

Ser tratados y tratar a los demás como seres humanos debe ser una premisa. Aprovechemos entonces esa capacidad de raciocinio que nos diferencia de otras criaturas, para enfrentar los contratiempos sin violencia, a golpe de paz.

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