martes, 7 de julio de 2015

Estampas veraniegas



 
Comienza el mes de julio y la intensidad de los rayos del sol vaticina a los cubanos que la temporada estival será calurosa. Y es que por sus características, el verano es un tiempo para disfrutar del azul de las playas, visitar a los amigos, realizar excursiones…
Desde finales de junio, las muchachas abren las gavetas y vuelven a entallarse el traje de baño, es ahí donde se percatan de que debieron haber comido menos pizzas y panes durante el resto del año y comienzan dietas rigurosas para perder unas libritas antes de pasear “en tanga” por la arena de Varadero; mientras los varones, por su parte, aumentan las sesiones de planchas para exhibir su musculatura.
Desde todas partes de la provincia, los matanceros ascienden a guaguas, camiones, motores, bicitaxis, coches y hasta paracaídas; en fin, cualquier medio de transporte que les permita llegar a la Península de Hicacos.
Una vez allí, imitando las peripecias de Cristóbal Colón, cada familia desembarca y toma posesión de las uvas caletas más frondosas a fin de tener sombra toda la tarde. Claro, que siempre surgen las discusiones a fin de designar quién permanecerá cuidando las pertenencias y es entonces cuando la abuelita de 76 años dice que de eso nada, que si ella se compró un trikini, no es para quedarse en la arena.
¡Y qué decir del aseguramiento gastronómico! Según mi amigo Pancho, nada de comerse un bocadito o un pomito de jugo, ¡qué va!, a la playa se va con tres calderos de tamales, dos ollas de arroz congrí, cinco aguacates, tres termos de jugo, uno de café, cuatro paquetes de galleta y dos barras de dulce de guayaba ¡hummmm!, ¡delicioso!
No se puede olvidar además que la playa es motivo de inspiración romántica para las parejas que tomadas de la mano disfrutan de las olas, aunque de vez en cuando el suegro grite desde la orilla: ¡Manolito, te quiero a tres metros de Katiuska, que tú estás en el agua pero todavía no tienes carné de pulpo!
¡Ahhhh!, y cómo olvidar a los pequeñines del hogar. Esos que si se enteran de que al día siguiente hay paseo, no duermen en toda la noche preguntándole a los padres: “¿Ya es la hora de irnos?”. Sin dudas, los niños disfrutan al máximo de la playa, y los que en casa apenas comen, se les despierta el apetito: “mamá, quiero galletitas, mamoncillos, paleticas, pellys, chocolate, polvorones, pasteles…”
Además, desde que el hijo cumple el año, los padres procuran adquirir un salvavidas y los modelos van desde el más simple, hasta cocodrilos, delfines y otros diseños gigantes donde a duras penas puede divisarse el niño.
Una vez dentro de la playa, comienza la difícil tarea de enseñar a nadar a los infantes. Los padres le sostienen los brazos, le indican cómo deben mover las piernas… Después cuando menos lo imagina lo dejan solo unos instantes y dicen con orgullo a las amistades “míralo, ya sabe nadar”, mientras el pequeño o flota, o absorbe diez litros de agua salada.
 Por otra parte, muchas son las anécdotas que reflejan los percances ocurridos producto al fuerte oleaje que ha dejado sin lentes de sol, gorras y hasta sin trusa a muchos bañistas. Importante resulta también resguardarse para que los rayos ultravioletas no dañen la piel, no vaya a ser que les pase como a  Eva María a la cual se le quemó hasta el bikini de rayas.
El verano invita al disfrute y la recreación sana, a vivir espacios de esparcimiento como merecido premio tras un arduo periodo de clases. Aprovecharlo, estrechar los lazos familiares y contemplar el azul intenso de Varadero son opciones que te permitirán vivir unas vacaciones únicas. Por cierto, ya terminé de aplicarme el protector solar, voy a darme un chapuzón, ¿y tú?.

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